Precious una película que no puedes dejar de ver

¿Qué tienen en común el cine de Lee Daniels y el de Carlos Reygadas? Probablemente entre The Paperboy y Post tenebras lux, así se llaman sus películas respectivamente, exista la misma distancia que entre el Empire State Building y, por ejemplo, un bocadillo de mortadela. Y, sin embargo, ahí estaban ayer los dos directores trajeados y paseando por la alfombra roja de Cannes. En realidad, los dos buscan lo mismo, aunque desde extremos opuestos: gozar de la posibilidad de ser entendidos, premiados y queridos. Por este orden. Y eso sólo lo proporciona el festival francés. De otro modo, es perfectamente posible comerse un bocadillo de mortadela sobre el techo de Nueva York. Hemos llegado.

Lee Daniels presentaba este año su segunda película. En el reparto, nombres como Nicole Kidman, Zac Efron, Matthew McConaughey y John Cusack. Estamos hablando, para entendernos, del director de Precious. En efecto, del responsable de la cinta que hace unos años se convirtió no sólo en una de las atracciones de la feria sino en una firme candidata para los Oscar. Y todo ello, gracias a Cannes. Ahora quedaba por saber si su siguiente trabajo estaba a la altura. Respuesta: no. The Paperboy cuenta varias historias y todas a la vez: la de una pareja de hermanos que perdieron a su madre; la de una mujer enamorada que hace tiempo perdió el oremus; la de un negro que olvidó su sitio, y la de una criada que también extravió algo, aunque no queda claro qué. Todo ello entre cocodrilos y sudores.

Sobre el papel, la única pega es la de la confusión. Sobre la pantalla, es más grave: al jaleo se le suma la más cargante de las pretensiones. La cámara de Daniels se maneja por las vidas erráticas de sus personajes como un elefante en una cacería real. Dando tumbos. Toda la película está a punto de decir algo profundo sobre la injusticia del racismo, sobre la homosexualidad reprimida, sobre la necesidad de crecer... Y, sin embargo, no barrita (lo que hacen los paquidermos) más que ruido. Y molesto. Lo que Cannes dio, Cannes quita.

Lo de Reygadas es otra cosa. En sentido radical. Nada tiene que ver ni con Daniels ni con el sentido del juicio. Post tenebras lux vuelve a Cannes como todo su cine anterior y, de nuevo, vuelve a ser una fría disección de todo lo que admite un corte no necesariamente limpio. Una familia de clase alta mexicana abandona la ciudad y se retira en el campo. Lo que sigue es la puntillosa descripción de una incómoda, grotesta y desaforada pesadilla. Nada encaja. De nuevo, la cámara pasea lenta y precisa por una extraña normalidad. Hasta que deja de serlo. De golpe, el equilibrio inestable de sus anteriores trabajos se quiebra para dejarse perforar por el tacto frío y húmedo de lo feo, lo cruel, lo raro. Intimida un universo a la vez cercano y terroríficamente extraño. Cruel, absurda, fea y magnética. Una combinación que sólo cabe en Cannes.

Y cuando nos íbamos desconcertados por el choque de cine y de directores, la sección Una cierta mirada dejó todavía un hueco para más confusión y juntó a siete directores en Cuba y en una sola película. Siete días en La Habana es una cinta por episodios en la que caben desde Benicio del Toro a Laurent Cantet pasando por Pablo Trapero, Julio Medem, Elia Suleiman, Gaspar Noé y Juan Carlos Tabío. «Es antes que nada una declaración de amor a un país», puntualiza el único español de la lista. Desigual, como toca, la cinta consigue un raro equilibrio entre la personalidad de la firma y la contundecia de lo filmado.

Y así se fue el día, víctima del brillo, el ruido, la furia... y Cannes.

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