A Matthew McConaughey le gusta posar con poca ropa

Era fácilmente reconocible en los pueblos sicilianos: camiseta interior blanca ajustada, pantalones de talle alto y la coppola, la tradicional gorra del lugar, como detalle imprescindible. A muchos, seguro que con estas pistas se les viene a la cabeza esa estética tan típica de las películas del neorrealismo italiano y de la mafia, una imagen de hombre que inspiró a Domenico Dolce (Palermo, 1958) y Stefano Gabbana (Milán, 1962) en aquella primera colección masculina de 1990. El hombre trabajador subía así a una pasarela y se convertía en icono estético de la época en todo el mundo.

Los diseñadores ya tenían sus tablas en el mundo de la moda; habían comenzado cinco años atrás haciendo prendas femeninas, pero con aquella primera colección para hombre comenzó su sólida apuesta por un mercado masculino que apenas tenía peso entonces y que Dolce & Gabbana consiguió hacer rentable desde su lanzamiento. 

En 1991, recibieron un premio Woolmark a los diseñadores más innovadores del año, dos años después se lanzaban al mundo de los perfumes con Dolce & Gabbana Parfum, y al siguiente, llegaba la primera colección de ropa interior masculina, una de las líneas que mayor rentabilidad les ha dado. Así, poco a poco, es como han llegado a estar entre los diseñadores más infuyentes de la moda actual. El pasado 19 de junio, celebraban por todo lo alto en Milán su 20 aniversario con un espectacular desfile en el Palazzo Marino, sede del ayuntamiento, arropados por muchos de sus famosos admiradores, como los conocidos actores Matthew McConaughey y Morgan Freeman.

En estas dos décadas, la pareja ha levantado un grupo empresarial con presencia en los cinco continetes y cuyas cifras de crecimiento han ido incrementándose sin descanso. Según los últimos datos públicos que ha ofrecido la firma, al cierre del año 2008, el grupo recaudó un total de 1.266,6 millones de euros, un 21% más que el año anterior. 

El secreto de este éxito global comenzó por amor. Domenico y Stefano se conocieron en la década de los 80 en un estudio de sieño donde ambos trabajaban. El primero era sastre y el segundo, director de publicidad. Se enamoraron y de ahí pasaron a fantasear con la idea de comenzar a trabajar juntos. 

Así lo hicieron primero con colecciones femeninas, después con masculinas y, poco a poco, con la incorporación de nuevas líneas de negocio: perfumes, complementos, gafas, ropa para niños, ropa de playa y lencería y hasta restaurantes.

Aunque su relación sentimental terminó en el año 2005, han sabido mantener una fructífera unión laboral sin fisuras y algunas de sus señas estéticas de identidad, como los pantalones vaqueros rasgados que cautivaron al público más joven en el año 2000, o los calzoncillos anatómicos que lanzaron siete años después, se han convertido en referencias de toda una década. También sus trajes de corte impecable, que nunca faltan en sus colecciones, son otra referencia del atuendo masculino contemporáneo. 

A sus aciertos de diseño se han sumado también sus logros y buen olfato en la gestión económica, el marketing y la publicidad. El mundo del deporte en general y del fútbol, en particular, fue la plataforma que eligieron para lanzar su mensaje a los consumidores varones. Hace 10 años, estrellas como David Beckham se convertían en modelos de la mano de estos dos diseñadores italianos pasando a encarnar la imagen de hombre que todos los varones querían ser. Esta vinculación con el deporte ha perdurado, hasta tal punto que Dolce & Gabbana diseñan los trajes de la Selección Italiana e incluso algunos de los jugadores del Calcio posan como modelos en su última campaña de ropa interior.

Glamour, elegancia, referencia del made in Italy… Son algunos de los adjetivos que más se han pronunciado a la hora de hablar del dúo. Pero para muchos también son muy conocidos por la polémica que han despertado algunas de sus campañas. Una de ellas, incluso, fue retirada. Seguro que si hace memoria recuerda el revuelo que se armó tras aquella imagen en la que una modelo tumbada posaba como si estuviera siendo forzada por un hom bre que la sujeta por las muñecas, mientras otros cuatro modelos la miran. 

Era una de las fotos de la campaña para la primavera de 2007 y el Observatorio de la Imagen del Instituto de la Mujer de España pidió a la firma que la retirara. En otra campaña, un grupo de hombres aparecía arrodillado rezando, algo que muchos consideraron una ofensa a la religión. Contenido sexual y provocación están claramente de manifiesto en todas ellas, aunque seguro que también forman parte de su éxito global.

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