lga Kurylenko la nueva chica Bond

Olga Kurylenko paladea su condición de latina impostada. La actriz ucraniana ya dio el pego como boliviana en la última entrega de las aventuras del agente 007 (Quantum of Solace, 2008), trabajado acento hispano y bronceado intensivo mediante, y ahora se suma al goteo de bellezas raciales que en los últimos años han protagonizado el exclusivo calendario Campari -Salma Hayek, en 2006; Eva Mendes (2007), y Jessica Alba (2008)-. 

«Quizá sea porque gesticulo mucho con los brazos, pero siempre me preguntan si soy española. Lo cierto es que la vida mediterránea me hace sentir muy a gusto: el disfrute de la gastronomía y la bebida, las risas, la gente llena de energía, las mujeres con carácter...», enumera con alborozo. Las expectativas ante una entrevista con la última chica Bond se antojan halagüeñas. Si por algo se caracterizó en la promoción de Quantum of solace (Marc Foster), fue por su sentido del humor. No obstante, los motores de su despegue no residen en su atractivo y don de gentes -que también-, sino en el esfuerzo denodado y la perseverancia.

Olga nació en 1979 en una pequeña ciudad portuaria del mar de Azov llamada Berdyansk. Al poco tiempo, sus padres se divorciaron, y creció en condiciones económicas precarias, criada por su madre y su abuela en un piso de la antigua Unión Soviética atestado de familiares. Su infancia, sin embargo, estuvo nutrida de una excelente educación en la que tomó clases de arte, piano y ballet.

La belleza eslava fue interceptada a los 13 años por un cazatalentos en una estación de metro, durante unas vacaciones en Moscú. Tres años después, hacía las maletas y volaba a París. Allí, tras aprender francés en seis meses, empezó a copar portadas de revistas y a encadenar campañas para firmas de la talla de Clarins, Harvey Nichols y Helena Rubinstein. «Muchas veces me pellizco para constatar que mi vida no es una ilusión. Del lugar del que vengo resulta impensable que algo así le pueda suceder a una persona como yo.» De ahí el estupor que le provoca el interés de la prensa: «Me gusta mantenerme en el anonimato, no aspiro a tener una vida bajo los focos, así que siempre me sorprende toparme con una nube de paparazzi a la salida de un restaurante».

¿Qué consejos le daría

a la próxima chica Bond?

Disfruta, pero prepárate para trabajar duro.

Tras Quantum of solace rechazó tres superproducciones porque consideró a sus personajes superficiales. ¿Le desanima recibir papeles de mujer florero?

Es decepcionante. Lo peor, lo triste, es saber que en los grandes estudios alguien ha tomado la decisión de sacar adelante guiones así. No me involucro en proyectos que no me interesan como espectadora. Es más reconfortante interpretar a mujeres que tienen mucho por vivir, o que han vivido mucho, transmitir emociones profundas y cambios en el estado de ánimo.

Su carrera en el cine arrancó en 2005 con el drama L'annulaire (Diane Bertrand), pero, desde entonces, el género en el que ha despuntado ha sido el de acción, con retos físicos como saltar en caída libre, aprender a usar armas o montar a caballo. «Me gustan los desafíos. Es la parte más estimulante del cine, porque implican una superación personal.» No es casualidad que la única chica Bond que no ha sucumbido al agente encabece las listas de los fans del videojuego Tomb Raider como candidata a interpretar a su protagonista, Lara Croft.

¿Qué ven los directores en usted para ofrecerle reiteradamente roles de mujeres fuertes e independientes?

También me lo pregunto, porque desde pequeña nunca fui considerada así ni me comporté como una chica dura. De los ocho a los 13 años bailaba ballet, y un montón de gimnasia, así que quizá me los ofrecen porque soy flexible y tengo habilidades para el trabajo físico. Me gusta encarnar estos personajes, pero no pueden estar más alejados de mi forma de ser.

Hizo de vampiresa en Paris, je t'aime (2006, fragmento de Vincenzo Natali) y protagonizó Hitman (2007, Xavier Gens), basada en un videojuego sobre manipulación genética. ¿Es aficionada al terror y a la ciencia ficción?

No, lo que sucede es que, si un papel me gusta, voy a por él. Mi género favorito es el drama, lo cual dista bastante del universo de estas dos películas.

La venganza es el motor que mueve a los personajes de sus últimos filmes, Quantum of solace, Centurión (Neil Marshall) y Kirot (Danny Lerner). ¿Le han hecho reflexionar sobre el ojo por ojo?

Cuando interpreto un papel he de entender al ser humano, aunque difiera de su ética. En el guión suele figurar la forma de ser del personaje, pero no las razones que le llevan a ser así, de modo que en la preparación tienes que buscarle una justificación. La venganza, por supuesto, desde el punto de vista cristiano, está mal. Uno es más feliz al día siguiente si su vida no se ha regido por el deseo de revancha. Es un peso negativo para cargar a las espaldas. Hay que deshacerse de él.

¿Qué es lo más importante que ha hecho por amor a su familia?

Les ayudo todo lo que puedo. Les he comprado casas. Siempre voy a estar ahí para ellos, sea emocional o materialmente.

Como persona consciente del valor del dinero, ¿qué consejo daría en estos tiempos de crisis?

Que no gasten imprudentemente y que tomen conciencia de las consecuencias de sus actos. Hemos de mantener una actitud positiva, porque la paranoia sólo atrae lo peor. Sé que es difícil, pero hay que tener esperanza.

En una ocasión declaró que sus prendas favoritas eran los pantalones cargo y las zapatillas de deporte. ¿Prima más la comodidad que la sensualidad cuando elige su vestuario?

Es más importante sentirme a gusto en mi vida diaria. En un día arduo de trabajo, en el que he tenido que acudir a varias reuniones y estar fuera de mi casa toda la jornada, no me verás subida a unos tacones, porque es más importante llegar a mis citas de buen humor y no exhausta. Sin embargo, en galas y fiestas apuesto por un vestido y unos zapatos bonitos, aunque me resulte imposible desenvolverme con ellos por la ciudad.

¿Qué firmas le hacen sentir cómoda y sofisticada al mismo tiempo?

Dolce & Gabbana siempre ha sido mi favorita, pero Chanel, Prada y Alexander McQueen también me gustan.

En los últimos tres años ha encadenado el rodaje de seis películas, la última de ellas, There be dragons (Roland Joffé). ¿Qué planes tiene para después de este atracón de trabajo?

Nunca voy de vacaciones, pero supongo que tendré que obligarme, porque este ritmo no es saludable. Dispondré de poco tiempo, pero probablemente vaya a EEUU a ver a unos amigos, nada exótico. No me llama perderme en una isla y alejarme del mundo.

¿Qué le resulta más sencillo, rodar en inglés o en francés?

Me encanta emplear ambos idiomas, cada uno tiene su propia musicalidad. Requieren de una entonación e incluso de una gravedad en la voz diferentes.

Ni la lengua de Shakespeare ni la de Molière. En uno de sus últimos proyectos, Centurión, encarna a una reina picta del año 117 después de Cristo, que no articula una sola palabra porque le han cortado la lengua. «Este personaje es totalmente introspectivo, una salvaje. Fue todo un desafío no poder expresarme vocalmente en todo el rodaje y tener que comunicarme a través de los ojos y de la gestualidad corporal.»

Además de esta cinta bélica, la actriz está a punto de comenzar el rodaje del thriller de ciencia ficción The cross (Andrew Niccol), junto a Orlando Bloom, y tiene pendiente de estreno Kirot, donde interpreta a una prostituta devenida a sicaria, y There be dragons, un biopic del director de La misión y Los gritos del silencio, Roland Joffé, sobre José María Escrivá de Balaguer. Olga esquiva la controversia despertada por el proyecto sobre el fundador del Opus Dei. «Mi personaje queda al margen, porque no interactúa con él. Aparezco en un flashback como parte de la vida de otro secundario. Esta vez voy a interpretar a una húngara que se une a las brigadas en la Guerra Civil. No voy a ser española, qué raro, ¿verdad?»

Los seguidores del agente 007 saben cuál es su bebida favorita (esa que toma agitada, no revuelta), pero su última conquista en la gran pantalla, la ucraniana Olga Kurylenko, parece tener gustos distintos. La actriz, de 29 años, será la nueva imagen del calendario Campari 2010, compuesto por 16 instantáneas en las que Kurylenko despliega toda su sensualidad, con la ciudad de Milán como telón de fondo. El calendario Campari Milano estará disponible a partir del 9 de octubre.

«A veces me pellizco para constatar que mi vida no es una ilusión.»

 «Me gusta encarnar personajes de chica dura, pero no pueden estar más alejados de mi forma de ser.»

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