El futbolista Guti es un fiestero
La llegada de 2017 le trajo la fatalidad a Fatih Cakmak, el guardia de seguridad turco que custodiaba la puerta del Club Reina. Tres semanas antes, había salvado la vida en el atentado en el estadio del Besiktas de Estambul (44 asesinados en total), donde también trabajaba como vigilante. Pero el terrorismo le volvió a poner frente a una prueba a vida o muerte que esta vez no superó y murió acribillado en el Bataclan turco, una exclusiva sala de fiestas para turcos con dinero y expatriados colgada en una orilla del Bósforo. Su compañero estaba dentro: "No vi como vestía el atacante. Escuché tiros de un arma automática. Salimos corriendo. ¿Qué podía hacer?", dijo Emrah Altun a la prensa turca.
Hasta allí habían llegado desde hacía una hora 800 personas a celebrar la Nochevieja. Ciudadanos de muchas nacionalidades distintas brindaban juntos por la llegada del 2017 cuando un terrorista entró disparando su arma automática a bulto, con el objetivo de matar al mayor número posible de personas. Al final fueron 39, dejando al menos el doble de heridos. Muchos supervivientes huyeron a la carrera, otros se tiraron al mar y los menos se ocultaron bajo las mesas o en los servicios. Después se deshizo del arma y huyó a la carrera por la zona de bares.
El carnicero dejó una factura internacional: siete muertos saudíes, tres iraquíes, tres jordanos, dos indios, un tunecino, una francesa, dos libaneses, un canadiense, un sirio, un kuwaití, una israelí, un belga...
Los heridos y los muertos quedaron desparramados por el suelo de la discoteca. El futbolista turco Sefa Boydas, que juega en el modesto Beylerbeyi de Estambul, estaba dentro de la sala con su novia y explica a la agencia France-Presse: "No llegué a ver quién disparaba, pero escuché los tiros y vi a la gente correr. Mi chica llevaba tacones, así que tuve que cogerla en volandas para sacarla de allí, afirma. "No sé cómo logré huir. Pasamos por encima de los muertos". Boydas no quería ir a la fiesta de Nochevieja del Reina porque se temía algo malo: "Una pelea, alguna cosa, una bomba...". "¡Eso no puede ocurrir en un lugar como el Reina!", le convenció un amigo.
Maximilien, un turista italiano, cuenta: "Vinimos para pasar un buen rato hoy, pero todo se transformó repentinamente en caos y en una noche de horror". "La gente corría por encima de mí. Mi marido ha sido herido en tres partes de su cuerpo", asegura Sinem Uyanik al diario turco Hurriyet. "Conseguí abrirme paso y salir fuera, era terrible". Los que consiguieron salir iniciaron una espera de llamadas telefónicas desesperadas a los que habían quedado muertos o heridos en el suelo del Reina. Una mujer de unos 30 años vestida con un largo abrigo rojo permaneció fuera varias horas. "Mi hermano está dentro y he podido hablar con él. Gracias a Dios está bien. Ahora le estoy esperando".
Turquía, país bisagra entre Asia y Europa y Estado clave en la estabilidad de Oriente Próximo, ha sufrido desde junio de 2015 una oleada de ataques con más de 415 muertos en total que han lesionado su sector turístico, uno de los motores económicos del país. De esos 415 fallecidos, 152 lo fueron en diferentes partes de Estambul en seis ataques; 166 muertos en Ankara, con cuatro atentados; 50 muertos en Gaziantep en un solo ataque, otros 32 por otra acción suicida en Suruc y 15 muertos en tres atentados en Diyarbakir. La mayoría de ellos han sido reivindicados por dos autores: o yihadistas del Estado Islámico o grupos armados cercanos al Partido de los Trabajadores del Kurdistán.
Pasarela de futbolistas y actores. El Reina, con su terraza sobre el Bósforo, se encuentra en el exclusivo barrio de Ortaköy, donde viven muchos diplomáticos extranjeros. El local es uno de los favoritos de la élite del fútbol turco, del mundo de la moda así como de la élite económica y política de la ciudad.
Estrellas españolas. En la propia página web del Reina aparecen muchas fotos de famosos como reclamo, entre las que destacan la de la modelo Esther Cañadas o el futbolista Guti.
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