El bebé de ojos azules del Paleolítico que nos conecta con el pasado
Hace 17.000 años, en una época en la que la humanidad aún cazaba y recolectaba, vivió un bebé que ha llamado la atención de los científicos modernos: Le Mura 1. Este pequeño ser humano, cuyos restos fueron descubiertos en la cueva italiana de Riparo Mezzena, vivió en el Paleolítico Superior, una era en la que la civilización apenas empezaba a dar sus primeros pasos.
Lo que hace especial a este bebé es que, gracias a análisis genéticos avanzados, los investigadores han descubierto que Le Mura 1 tenía ojos azules. Este hallazgo es importante porque muestra que la variación genética que da lugar a los ojos azules ya estaba presente en seres humanos de esa época.
Aunque hoy en día podemos ver personas de ojos azules en todo el mundo, en esa época era una característica mucho menos común.
La historia genética de Le Mura 1 también aporta detalles fascinantes sobre la evolución humana. Se cree que este bebé pertenecía a un grupo de humanos modernos que se mezclaron con neandertales en Europa, una hibridación que se sabe ocurrió en diferentes momentos a lo largo de la prehistoria.
De hecho, algunos análisis sugieren que Le Mura 1 tenía una cantidad significativa de ADN neandertal, lo que lo convierte en un testimonio vivo (bueno, fósil) de ese entrelazamiento genético que nos une a nuestros primos extintos.
El estudio de Le Mura 1 no solo nos habla de sus características físicas, sino que también ilumina cómo la genética y la cultura de los primeros humanos estaban evolucionando en esa etapa crucial.
Sus ojos azules nos recuerdan que, incluso en tiempos remotos, los humanos ya portaban la diversidad que vemos hoy en día, y que nuestras conexiones con el pasado son más profundas de lo que solemos imaginar.
La historia de Le Mura 1 es como una ventana abierta a un mundo lejano, donde, aunque diferentes, ya éramos parecidos en nuestra humanidad.
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