Extraterrestres
Alardeaba hace poco el portavoz de Energía del PP en el Congreso, el coruñés Antonio Erias, ante un empresario valenciano, de que durante la pasada legislatura él y un colaborador mantuvieron 757 reuniones, lo que les daba ahora una potente agenda de contactos para sus intervenciones en la Comisión.
Aplicando el 10% que corresponde ancestralmente a la Comunidad en asuntos de Estado, se dijo el empresario con ironía, sus homólogos en las Cortes Valencianas sólo tendrían que haber celebrado 75,7 reuniones. Que seguro que sí.
Aplicando el 10% que corresponde ancestralmente a la Comunidad en asuntos de Estado, se dijo el empresario con ironía, sus homólogos en las Cortes Valencianas sólo tendrían que haber celebrado 75,7 reuniones. Que seguro que sí.
Así está la moral en el seno de la Administración que entre los altos cargos de la Generalitat es comentario habitual que en nada aporta prestigio a un área el tener más presupuesto que otra. «Si al final no pagas, no luce». No faltaron, por eso, los que dieron un suspiro de alivio cuando les cambiaron la silla en la última remodelación.
Otros se quedaron peor, e incluso alguno escribió una carta de adiós tras su cese. Para agradecer al personal «vuestra comprensión y cotidiana dedicación», porque «creo sinceramente» que se han generado «situaciones y condiciones que algunos no consideráis justas», pero «seguiréis dando muestras de vuestra profesionalidad», incluso «desde la discrepancia con algunas de estas nuevas condiciones». Y verso final de Benedetti: «Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida» (sic).
Otros se quedaron peor, e incluso alguno escribió una carta de adiós tras su cese. Para agradecer al personal «vuestra comprensión y cotidiana dedicación», porque «creo sinceramente» que se han generado «situaciones y condiciones que algunos no consideráis justas», pero «seguiréis dando muestras de vuestra profesionalidad», incluso «desde la discrepancia con algunas de estas nuevas condiciones». Y verso final de Benedetti: «Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida» (sic).
No es el caso todavía de Olivas y Julio de Miguel, que se mantienen en el consejo de Iberdrola, el último de una grande en el que quedan restos de Bancaja, tras la salida de Aurelio Izquierdo de NH en enero.
Lejos queda la Navidad de 2010, cuando desde la caja valenciana se esgrimía la presidencia de las participadas para poner el objetivo en el infinito y más allá, quizás incluso en el consejo de administración de IAG, la fusión de Iberia y British Airways. Por entonces, se daba por hecho un pacto con Rato para asignar a Bancaja un porcentaje de sillones. Hoy, la sola mención de esa posibilidad suena a alienígena en Bankia: «¿Poner a consejeros sólo por ser valencianos? ¿De qué me habla usted?»
Lejos queda la Navidad de 2010, cuando desde la caja valenciana se esgrimía la presidencia de las participadas para poner el objetivo en el infinito y más allá, quizás incluso en el consejo de administración de IAG, la fusión de Iberia y British Airways. Por entonces, se daba por hecho un pacto con Rato para asignar a Bancaja un porcentaje de sillones. Hoy, la sola mención de esa posibilidad suena a alienígena en Bankia: «¿Poner a consejeros sólo por ser valencianos? ¿De qué me habla usted?»
Pero Bankia y Sabadell están obligados a asumir su pasado. En sectores de Alicante cunde el nerviosismo porque la CAM parece un banco sin capitán. En Valencia se conocen casos como el de NAU, empresa participada por los Ferrando, Gesfesa y Montoro, que podría haber entrado en 2010 -previa dación en pago a Bancaja y posterior traspaso a CISA- en una sociedad de Vicente Cotino y en tres nada menos de Jaime Febrer (Desarrollos Urbanísticos Nuevos Espacios, Mediterránea Actuaciones Integradas y Romomar). La hipótesis: centrifugar daciones en pago al sector privado para convertir deuda promotor en subestándar. ¿«¿De qué me habla usted?»?
«NAU podría haber tomado en 2010 una empresa de Vicente Cotino y nada menos que tres de Febrer»
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