Sarah Jessica consigue despertar la sonrisa

Una de las funciones de la publicidad es la de engañar. Y si no engañar de una manera «consciente», sí al menos, no ofrecer un mensaje claro. Así, en el cine, el título de la película, el diseño de los carteles y el orden de colocación de los protagonistas envían un mensaje que, en muchas ocasiones, falsean el contenido del producto y da lugar a equívocos. Pero cumple con su objetivo: llevar a la gente a las salas de cine.

Por ejemplo: el cartel de Acoso subraya posibles escenas «calientes» que después no aparecen en pantalla; Guerreros de antaño (título y cartel) remite a historia sobre pandilleros cuando en realidad es un desgarrador drama social con apuntes sociológicos.

Miami responde plenamente a estos equívocos mensajes en campañas de promoción. La quieren vender como una comedia de latinos protagonizada por Antonio Banderas, cuando el bueno de Antonio no es más que otro de los muchos personajes que circulan en torno a Sarah Jessica Parker, que es la que conduce la historia y el único personaje que consigue arrancar alguna sonrisa entre los espectadores.

El tema hace pensar en Woody Allen -y no sólo por la presencia de Mia Farrow- porque aborda una constante en su filmografía, los conflictos matrimoniales -incluso aparece una boda judía-, sólo que David Frankel está muy lejos de diseccionar con la inteligencia, el humor y el talento estas relaciones, tal y como las aborda el director de Maridos y mujeres, Misterioso asesinato en Manhattan y Balas sobre Broadway.

En Miami, Gwyn (Sarah Jessica Parker), es una joven redactora de publicidad que, cuando se enfrenta a uno de los mayores retos de su vida, aceptar la proposición de matrimonio que le hace su novio (Gil Bellow), descubre que su madre (Mia Farrow) tiene un romance con el enfermero de su abuela (Antonio Banderas); que su padre (Paul Mazursky) ha estado liado con su secretaria; que su hermano (Kevin Pollack) se lo monta con la mujer de su mejor amigo (la explosiva modelo Naomi Campbell) y que su hermana (Barbara Garrick), recién casada, es incapaz de serle fiel a su marido.

«Quería hacer una comedia basándome en la perspectiva de una mujer -dice el guionista y director David Frankel- y estudiar las relaciones en la época actual de una forma poco habitual en las películas que se hacen ahora. Creo que las mujere tienen tantas dudas como los hombres acerca del matrimonio y que los hombres se acogen con bastante facilidad al concepto de monogamia, a veces incluso más que la mayoría de las mujeres».

NAUFRAGIOS.- Gwyn, al ir descubriendo todos los vaivenes (en algunos casos, auténticos naufragios) por los que atraviesan en su convivencia las personas que más quiere, y en las que tenía depositada una fe ciega en cuanto al concepto de fidelidad y de armonía en sus relaciones, va minando su convivencia con Matt, y empieza a poner en cuestión todos sus principios y creencias sobre el amor, la fidelidad y el compromiso.

La película, que tiene una estructura circular, está narrada en «flash back», comienza con Gwyn en la sala de un psiquiatra contando las historias de su familia, y termina en la misma sala reflexionando sobre todo lo que ha aparecido en la pantalla.

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