Las casas de citas y los empresarios

Un grupo de 160 alumnos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Navarra han sido alojados esta Semana Santa en una casa de citas en Bulgaria. Se trataba de su «viaje de estudios». Los estudiantes han presentado una queja ante la Asociación de Consumidores Irache de Pamplona, contra la agencia de viajes con la que contrataron las vacaciones. Para ellos, sus «días de diversión» se convirtieron en un cúmulo de despropósitos.

Asunción Biurrun, presidenta de Irache, explica que el viaje a Turquía sufrió modificaciones en las fechas de salida, utilizó autobús en lugar de avión, redujo la estancia en varias ciudades, y los estudiantes fueron alojados en hoteles de categoría inferior a la contratada. Biurrun explica que en Sofía llevaron a los jóvenes a un hotel de cuatro estrellas, y no de tres como estaba apalabrado. 

Allí, una vez acomodados, descubrieron -por varias escenas «sospechosas»- que se trataba de una casa de citas. La presidenta de Irache comenta también que en el viaje de regreso fueron abandonados por sus guías. Pero «la pesadilla» no terminó ahí. Ni mucho menos.

Poco después, se subieron al autobús unos individuos, que para los estudiantes se trataban de contrabandistas, que les obligaron a llegar hasta la frontera de Yugoslavia antes de dejarles continuar su ruta. Hechos similares a éstos se repiten con demasiada frecuencia. Ante esta clase de fraudes, los estudiantes estan totalmente desprotegidos. De regreso a España, no les queda otra salida que denunciar a la agencia de viajes. Aunque, en muchos casos, las denuncias no van más allá del círculo de amigos o de familiares. 

Las «pequeñas» molestias e incumplientos se olvidan a los dos días. A las oficinas de consumidores llegan los temas '«espectaculares», como este otro caso, semiavalado por el Gobierno germanofederal y la Facultad de Ciencias de la Información de Madrid. Un grupo de alumnos, animados por un profesor para visitar periódicos alemanes, contrató un autobús que les llevara de Madrid a Alemania. Fueron 29.000 pesetas las que cada estudiante pagó a la Compañía de Autobuses Hamburguesas por un autocar con menos de un año, video, bar, y aire acondicionado. No había nada de eso. Los estudiantes viajaron en un autobús incomodo, cuatro años de antiguedad, y con las ruedas en mal estado -detectado por la policía, según la denuncia de los estudiantes. 

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