Secretos de alcoba de Isabel II

ISABEL II. "El balance final de los frutos de Isabel II lo realizó Ricardo de la Cierva. Un varón que falleció antes de nacer o en el momento del parto, hijo del marqués de Bedmar. Otro varón fallecido al nacer, hijo, probablemente, del rey consorte don Francisco de Asís de Borbón. La infanta Isabel, a quien se la cree hija del comandante José Ruiz de Arana.

La infanta María Cristina, muerta a las pocas horas de nacer, de padre desconocido. Siguieron dos nuevos abortos, uno de ellos avanzado, de padres no determinados, tras los que llegó Alfonso, príncipe de Asturias, y más tarde rey de España, Alfonso XII, probablemente hijo del teniente de Ingenieros Enrique Puigmoltó. Luego vendría la infanta María de la Concepción, muerta a los 21 meses, hija probable del rey consorte. Más tarde nacería la infanta María del Pilar, que falleció a los 17 años, hija de Miguel Tenorio de Castilla, político y escritor. Luego la infanta María de la Paz, hija también de Miguel Tenorio de Castilla. La última superviviente fue la infanta Eulalia, hija de Miguel Tenorio de Castilla o de un marino reputado. El malogrado infante Francisco de Asís Leopoldo, fallecido a los 21 días, cerró la lista de los conocidos alumbramientos de la reina".

EMILIO CASTELAR. "Era uno de esos tipos que, aunque no se moviera, tenía todo el aspecto de ser un tímido entendido en los amores ocultos, hasta el extremo de que por su aspecto de flor tierna se le llamara en la prensa 'doña Inés del Tenorio'. A pesar de que no se le conocían amantes auténticos, porque siempre trató de disimular sus afectos tiñéndolos de amistosos abrazos o simple camaradería, no engañaba a nadie, según la maledicencia. Su debilidad casi se convirtió en costumbre, porque Castelar se ausentaba a veces en momentos trascendentales. Nadie sabe a dónde iba en concreto, unos decían que si a los baños, a sus placeres, decían; otros apuntaban que salía del Palacio del Congreso y se dejaba ver en las calles traseras con algún manolo o transeúnte desconocido, o simplemente desaparecía en la oscuridad de la noche. Un día de esos sucedió que el Senado comenzó a discutir el importante proyecto de ley del sufragio universal. Romero Robledo le dirigió entonces a Castelar, ausente en la sesión, un telegrama en los términos siguientes: 'Cosecha asegurada. Gracias a mí estará aprobado mañana el sufragio universal que usted abandonó por sus placeres'".

GENERAL SERRANO. "Entre 1840 y 1846 fue el amante oficial de la reina Isabel II, sobre la que ejercía una gran influencia política. Según Luciano Taxonera, ninguno de los honores concedidos por la reina fue mérito suficiente para que en su momento le dejara de ser fiel, como demostró ayudando en todo lo que pudo a la revolución antidinástica que triunfó el 27 de septiembre de 1868 en Alcolea. Aparte de la reina, asunto que ya era más que conocido, Serrano tuvo sus coqueteos con Malvina Saavedra, hija de los duques de Rivas, a quien llamaban "la Culebrosa" por su habilidad para la contorsión física y mental, y a quien parece ser que también asediaba el marqués de Bedmar, marido de Lucía Palladi. Pudo compaginar la vida familiar con sus escarceos amatorios, aun en plena madurez.

Pasado el tiempo, no tuvo motivos para desprenderse de ninguna de sus amantes y aficionadas, a las que mantuvo siempre cerca, pero no tan próximas como para que le causaran problemas, como había ocurrido con la reina. Los tiempos habían cambiado y comenzaba a verse bien que los próceres de la patria mantuvieran una activa y sana vida social, que era la envidia del que más y la aspiración del que menos".

ALFONSO XII. "Acabó sinceramente enamorado de su prima hermana, María de las Mercedes.El rey Alfonso XII pudo casarse con su prima, aunque desgraciadamente su esposa murió de tifus unos meses después del enlace nupcial, lo que sumió al rey en una profunda depresión, de la que solo salió tras regularizar la relación que había establecido desde soltero con la cantante de ópera Elena Sanz. Con dicha cómica el monarca tendría dos hijos, que él no reconoció oficialmente, pero que toda España sabía que eran suyos. Después de casado, Alfonso XII tuvo diversas amantes ocasionales y una fija. Unos eran amores más fríos y pasajeros, como el que le entretuvo con la soprano italiana Adelina Borghi, y otros más apasionados y duraderos, como el de la contralto Elena Sanz. A pesar de las infidelidades, Alfonso trataba de cumplir con María Cristina, por lo que el matrimonio regio tuvo dos hijas, las infantas Mercedes y Teresa. Cuando la reina estaba embarazada por tercera vez, falleció el rey por efectos de su vida alegre, según unos, mientras que otros quisieron creer que la muerte se produjo por una tuberculosis heredada de su progenitor verdadero, el teniente de ingenieros Puigmoltó".

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