La vida del fan si que es dura
Cae en picado el sol de mediodía sobre la ciudad y Rocío, 15 veranos, parece inmune al tonteo del mercurio con los 40 grados sentada en el suelo sobre una bandera británica. De esa nacionalidad es el grupo One Direction, que ayer asistía en Londres a la premiere de una película sobre su meteórica carrera musical jaleada por adolescentes de medio mundo entregadas sin condiciones a su causa.
Por ejemplo: decenas de madrileñas se asaron alegremente como pollos en el horno de Callao durante horas para poder ver apenas unos minutos al quinteto... ¡a través de una pantalla gigante! Gajes del oficio de fan.
Los cines Callao proyectaron ayer el documental This is us en un estreno mundial simultáneo en salas de todo el globo. Pero antes de la hora clave –20.00–, y ahí estaba el intríngulis de la sesión maratoniana en ese solárium urbano, había una conexión en directo con la llegada de los artistas al evento oficial de presentación organizado en Londres.
Las más previsoras aterrizaron ayer pertrechadas con paraguas de colorines pese al buen tiempo y con un amplio surtido de botellas de agua, "congeladas para que aguanten". Las menos, a eso de la una de la tarde empezaban a adquirir un tono rojizo sospechosamente similar al de unas camisetas del grupo que casi hacían las veces de uniforme.
"A mí el que me vuelve loca es Nial, porque es muy mono y le gusta comer como a mí y veranea en España y es muy cookie [sic], aunque también es muy sexy... ¡Es que es taaaaan mono!", soltaba su retahíla Aurora, envuelta en una bandera irlandesa, la nacionalidad del cookie en cuestión.
Entre risas nerviosas, sus amigas contaban el reparto salomónico que tienen del resto de los integrantes del grupo. Macarena, por ejemplo, se ha agenciado a Harry por una razón de peso: que, al parecer, en los conciertos en España al chico le gusta bailar esa canción de Los del Río que lleva el nombre de la chica.
Y es que a las seguidoras de One Direction no les hace falta esforzarse para encontrar motivos que justifiquen los sacrificios por ver, aunque sea en pantalla, a los adolescentes poperos; ni madrugar en vacaciones, ni renunciar a un baño en la piscina, ni malcomer un bocadillo despachurrado...
"La vida del fan es así de dura", reconoce una de ellas. Pues eso.
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