One Direction existen por sus fans
En una de las calles que escapan de Caledonian Road, en el norte de Londres, en una zona industrial con una nave tras otra, sin tiendas ni nada que pudiera a nadie que no trabajara allí, de repente hay como un centenar de muchachas de no más de 14 años.
Rodean una de las naves. Hay una línea de muchachas sentadas en la acera de enfrente. "Los One Direction", dice una de las chicas, que sujeta una carpeta con los cinco componentes de la banda que provoca el fenómeno de fans más grande del planeta. Pero, ¿cómo se han enterado? ¿Y cómo han llegado tan rápido? ¿Y si no estuvieran allí?
Anteayer, durante la première del filme –One Direction: This Is Us, rodada en 3D–, en la alfombra roja instalada en los cines de Leicester se desató la locura. Hace tres años, antes de participar en el concurso de X-Factor británico, no los conocía nadie. Eran adolescentes con el sueño de triunfar en la música. Fue idea de Simon Cowell, el director de X Factor, quien en un momento de la competición, a aquellos cinco talentosos muchachos les ofreció la oportunidad de continuar en el concurso como grupo. "Vi a cinco artistas en solitario con mucho talento pero pensé que serían más fuertes en un grupo", dice Cowell. Y así nació la banda.
Desde la primera canción que cantaron juntos despertaron el fervor de las adolescentes, que los esperaban en la salida de los estudios donde se celebran las audiciones. No ganaron el concurso, pero el fenómeno de los One Direction ya era imparable y amenazaba con propagarse por todo el planeta. "Nunca he visto algo igual, las fans los adoraban", explicó Simon Cowell, que se lanzó a producir el primer disco de la banda.
En parte, el documental es un intento de entender por qué Niall, Zyan, Liam, Harry y Louis, los cinco componentes veinteañeros de la banda, provocan estos sentimientos de devoción en sus fans femeninas adolescentes. Una de las fans lo explica en la película. "Ellos cantan nuestros sentimientos", dice. También entrevistan a un neurocientífico que afirma que la banda provoca en el cerebro de las fans la liberación de la dopamina, un neurotransmisor que las llena de placer.
Lo cierto, es que los padres no tienen más remedio que comprar a sus hijas las revistas llenas de imágenes de One Direction, de comprarles sus discos y llevarlas a los conciertos. "Mi hija siente absoluta devoción por ellos", explica la madre de una niña de ocho años que, dice, tiene la habitación llena de pósters y sueña con ellos. "No creo que le gusten por las letras, porque es demasiado pequeña para entender lo que dicen sino por la influencia de sus amigas de escuela, porque son un fenómeno social y porque son cinco chicos guapos y frescos, un grupo de amigos que lo único que quieren es pasárselo bien", comenta.
Cada vez hay más fans en los aledaños de la nave de Caledonian Road donde están encerrados los One Direction. Han ido corriendo la voz a partir del Twitter y de Facebook y de mensajes y otras redes sociales. En el interior de la nave entrevistamos al director del documental, Morgan Spurlock, quien cuenta que en la entrada del primer concierto al que asistió de los One Direction, en Estados Unidos, le entregaron unos auriculares insonoros. "No entendí por qué me los daban pero enseguida, cuando escuché los gritos de las 19.000 fans que había en aquel concierto, supe para qué servían", confiesa. Dentro de la nave de Caledonian Road, Harry Styles, se asoma a una de las ventanas. "¡Madre mía!", exclama al descubrir la hilera de muchachas sentadas al otro lado de la calle, esperándolos. Y comenta: "A nosotros nos crearon los fans".
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