Manitas de Plata

Ricardo Baliardo (1921), guitarrista gitano francés más conocido como Manitas de Plata, murió en una residencia de la tercera edad cercana a Montpellier a los 93 años. 

A pesar de haber vendido una ingente cantidad de discos (algunas fuentes citan 100 millones de copias) en los últimos años de su vida tenía dificultades para pagar sus tratamientos médicos mientras la hacienda francesa le reclamaba importantes cantidades de dinero. 

Manitas de Plata había dilapidado su fortuna empujado por sus dos pasiones reconocidas: las mujeres y la música.

Baliardo nació en un carromato, no tuvo escuela ni aprendió a leer música, sin embargo se convirtió en una de las grandes estrellas del flamenco en los años 60. Saltó a la fama en 1965 cuando su amigo el fotógrafo Lucien Clergue le animó a grabar un disco. 

Su ascenso al estrellato pasa por una actuación en Nueva York en la que fue presentado por Salvador Dalí. El 16 de diciembre de 1965 ofreció un concierto en las Naciones Unidas junto a su primo, el cantaor José Reyes, en honor de los derechos humanos. En realidad fue un happening de Salvador Dalí, lo cual provocó que fuera filmado. 

Dalí situó a los artistas en el escenario, al guitarrista en primer plano mientras el cantaor lo hacía justo detrás. 

Dalí atendía a la música y jaleaba a los artistas y además iba pintando un cuadro siguiendo la inspiración de los músicos que le dedicaron unas letras a su esposa Gala. La grabación del acto acaba cuando, acompañado por la guitarra de José Reyes, Manitas se arranca a bailar por rumba y Dalí le besa en la frente. 

En los títulos de crédito aparece el nombre de Jean Cocteau. Nada que ver con las sobrias grabaciones que realizaba el equipo de TVE Rito y Geografía del cante más cerca del documento etnográfico que de esas exhibiciones de cara al espectáculo.

Manitas de Plata tocó para Picasso, Charlie Chaplin, Jean Cocteau, Joan Baez o Marlon Brando (y se fotografió con la mayoría). Sus conciertos en los 60 eran una mezcla de flamenco con fuegos artificiales en la línea de los que luego haría Paco de Lucía junto a los grandes del rock y el jazz. 

En 1975 uno de esos conciertos grabados muestra sus exhibiciones precedidas del grupo de sus hijos Manero y Bambo Baliardo anticipando lo que luego se convertirían en los Gipsy Kings, el grupo de sus hijos y los de José Reyes que a finales de los 80 tuvieron un éxito descomunal en todo el mundo.

El éxito mundial de Manitas de Plata fue observado con un cierto desdén por los flamencos y rumberos españoles, los primeros por su atribulada velocidad, los segundos por saber mantener el candil de la rumba encendido. 

Su música merece una óptica más amplia, cercana a la fiesta heredera de las tradiciones de La Camargue que en la Fiesta de Santa María del Mar reúne cada año a miles de gitanos de todo el mundo acompañados por el sonido de la rumba catalana. Una fiesta en la que la música pasa de mano en mano (como la falsa moneda) sin atender derechos de autor. 

Las canciones cruzan estribillos y se transforman en una juerga que dura varios días. Manitas es producto de ese caldero, genuinamente gitano, cuyos ingredientes se asemejan al flamenco pero parecen regirse por códigos musicales distintos. 

A la hora de su muerte se cita como su maestro al guitarrista de jazz belga Django Reinhart y se dice que Manitas no quiso subirse a un escenario hasta diez años después de su muerte. 

Una explicación tan buena como cualquier otra porque Manitas de Plata no tocaba jazz, seguramente los académicos dirán que tampoco tocaba flamenco pero lo seguro es que sedujo con su guitarra a buena parte de la inteligencia que pasaba por la Costa Azul francesa.

‘Manitas de Plata’, guitarrista, nació en Sète (Francia) el 7 de agosto de 1921 y murió en Montpellier (Francia) el 5 de noviembre de 2017.

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