Principio y fin viven en el mismo relámpago

«Perteneces ya a lo profundo, al sistema respiratorio de los ángeles». Lo soltó en la vida como si fuese una premonición eterna, otro de esos arrebatos escritos que quizás sean algún día inmortales, el poeta de Álora José Antonio Padilla (1975-2009). 

Ahora este aforismo cierra el libro Colección de Olas para José Antonio Padilla, en el que 50 escritores le dedican aforismos y pequeños poemas abrazando el título del libro en el que recopiló sus aforismos un lustro antes de su prematura muerte. Ahora, ese joven de Álora al que tanta gente quería, permanece en la memoria de quienes han prestado sus letras a este volumen en su homenaje que ha editado el Centro del 27, en una edición de la antigua imprenta Sur cuidada por José Antonio Mesa Toré. 

Se presenta hoy a la 22.00 horas, en una noche de junio como aquella en la que Padilla participó en su último recital, que también tuvo lugar en el hotel Molina Lario en el marco del ciclo Versos y estrellas.
Felipe Benítez Reyes: «Las olas que por destino se van. Pero las que regresan traen siempre la misma espuma».
Álvaro García: «Descansa de su muerte en sus poemas».

José Antonio Garriga Vela: «He demorado el máximo de tiempo posible el momento de sentarme a escribirte. Quizás esperaba un milagro. No me hago a la idea de la muerte. A menudo, mi mente se ausenta para reunirse con los que ya no están. Me encuentro con ellos, viajo con ellos, sueño con ellos. Entonces regresa tu sonrisa, tu atención, tus palabras. ¿Sabes?, creo que la vida eterna de los otros se oculta en nuestro pensamiento. Ahí estas tú, José Antonio, para siempre».
Juan Bonilla: «En todas partes esta sensación de haberme presentado disfrazado a una fiesta de disfraces, que fue desconvocada sin que nadie me avisara».

Amalia Bautista: «La muerte va lanzándonos sus olas. Todos dejan un poco de sal en nuestro llanto. Y cada una se lleva un poco más de vida».
Rafael Ballesteros: «El mismo unto que te da la vida es la misma materia que te da la muerte»
Jesús Aguado: «Pasan los pájaros y escriben en el cielo tus aforismos»

Lorenzo Saval: «La muerte nunca la comprendí y quizá por eso permaneceré siempre vivo».
José Antonio Mesa Toré: «Ah, nuestra vida: ese día de sol en el que llueve».
Elena Medel: «Ahí romper de la palabra, mar de las madres últimas».

Carlos Marzal: «Tal y como nos ve el amor nunca hemos sido».
Aurora Luque: «La espuma ríe, pasa. En la entraña turquesa, memoria cristalina».
José María Lopera: «Te quebró la muerte el verso y, en alas de tu agonía, alzó tu aforismo el vuelo».

María Navarro: «El mar es un murmullo que galopa Trae entre los dientes un horizonte incierto callado, indescifrable La luz en sus espumas y golpea».
Camilo de Ory: «Coinciden los jóvenes enamoradizos y los expertos en geografía en que la belleza natural suele ser inhabitable».
Isabel Pérez Montalbán: «Porque la orfandad me ha perdido por los caminos, pieza a pieza, y lejos de ti sólo se aprende la nevada y el uso del revólver».
Francisco Ruiz Noguera: «Lía la ola en bucle arena y agua: espuma escupe el mar».

Eloy Sánchez Rosillo: «A la vez respiramos la luz y la ceniza. Principio y fin habitan en el mismo relámpago».
Juan Manuel Villalba: «En el breve milagro de ver entre el gentío al amigo querido que ha vuelto de la muerte, echándome en los brazos de un extraño que cruelmente se burla de mi gesto».

Antonio Jiménez Millán: «Cambia una letra y se convierte en tanga. Tal vez descubra las zonas censurada de la memoria infiel».
Julio César Jiménez: «Con nueve años me enroscaba a su costado. Siempre le preguntaba lo mismo. Tú que estás, por tu edad, más cerca, ¿cómo puedes dormir?»
Rafael Inglada. «Sólo calcando una ola, dicen que se la detiene».
José Luis González Vera: «El azar queda lejos. La tarde confabula adjetivos que enhebren tu nombre, José Antonio, en aquella alegría».
David Leo García: «En ti comienzo cuando en mí terminas».

Francisco Fortuny: «Pública hembra es la fama: se va con cualquiera. No serviré: lo que quiero es estar en la gloria».
Ignacio Elguero: «Una palabra se escapa de la vida, mas permanece».
Raúl Díaz Rosales: «Como la ebriedad de los dioses, el gesto último de su desmesura al explotar en belleza ante paganos: así tú, abriendo la frontera de tu cuerpo a mi mañana. Aprendo a crecer en el deseo».

Francisco Cumpián: «Respira el pan con el vino nocturno y la hogaza que tomo vuelve al monte conmigo».
Guillermo Busutil: «Se fue a favor del tiempo, surfeando la poesía. En la mar, la bien cercada, sin completar su edad».
El libro 'Colección de olas para José Antonio Padilla' se presenta esta noche
Ha sido editado en su homenaje por el Centro del 27 en la antigua imprenta Sur
En él sus amigos responden a los aforismos que agrupó en 'Colección de olas'.

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