El jolgorio de los rojos
Que las cortes Valencianas pierdan tiempo en discutir si los diputados pueden expresarse a través de pegatinas y camisetas es sintomático: nadie, hasta que Juan Cotino asumió la presidencia de la Cámara, se había planteado esta cuestión que se remonta a anterior legislatura por obra y gracia de la aguerrida diputada Mónica Oltra, co-líder de Compromís junto con Enric Morera. Me parece que es un asunto resbaladizo el intentar prohibir por medio del reglamento este tipo de manifestaciones que afectan a un terreno sagrado como es el de la libertad de expresión. Es la lógica la que marca los lindes del decoro parlamentario; la lógica y el paso del tiempo y de los usos y costumbres sociales. La izquierda, incluida Esquerra Unida, está en su pleno derecho de montar jolgorio, habida cuenta de que eso les da popularidad y rédito electoral: doña Mónica es el vivo ejemplo de una carrera política meteórica. ¿Qué puede temer el PP en todo este embrollo?
Más preocupante me parece la empanadilla mental de Izquierda Unida en la argentinada de YPF, asunto en el que Cayo Lara ha llegado a pedir que el Gobierno (el de España) no se inmiscuya en la soberanía del país que regenta Cristina Fernández de Kirchner. Como si la doña fuera en sí misma toda una soberanía nacional. O deslizar, como lo ha hecho, que se defienda más a Repsol que los presos políticos de Israel, mezclando churras con merinas; o el tocino con la velocidad. Entenderán los lectores que el jolgorio «camisetero» me parezca un tema bastante marginal frente a los monumentales despistes de la izquierda/izquierda.
Y es esto lo que ha entendido bastante bien el nuevo portavoz del PSPV-PSOE en las Cortes Valencianas, Antonio Torres: un partido serio, con aspiraciones reales de gobierno, no puede estar en la jarana, ni en la de las pegatinas, ni en las jaranas conceptuales. «No tenemos que ir por el camino de EU y Compromís, debemos ser más serios», confesaba el síndic en una entrevista, desmarcándose de los coqueteos de su antecesor, Jorge Alarte. Lo que ha entendido perfectamente Torres es que a los socialistas valencianos, como ya avanzó Ximo Puig en el Congreso de Alicante, les urge reformatear el partido y desligarlo del devenir de Compromís/EU so riesgo de que estas dos últimas formaciones vean el terreno abonado para dar el sorpasso. Un temor fundado a la vista de los resultados de las últimas elecciones autonómicas. Reformatear el partido. O incluso cambiar el disco duro.
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