Emma Stone y Trueba

«Detrás de la cámara». Este es el lema central de la 66 edición de los Oscar de Hollywood, que rendirá homenaje a los directores y técnicos responsables de la magia cinematográfica. Por este motivo, más de mil millones de espectadores de todo el mundo verán comenzar la ceremonia con un número musical a cargo de la cantante y actriz Bernadette Peters titulado Putting it together (Armando una película).

La Academia de Artes y Ciencias de Hollywood ha decidido tirar la casa por la ventana remozando el escenario del Dorothy Chandler Pavillion, que este año contará con conos iluminados conteniendo cinco Oscar de siete metros de altura (veinte veces más altos que la estatuilla real).

Este alarde de modernidad no va a intimidar a la maestra de ceremonias de esta edición, Whoopi Goldberg, que toma la antorcha de Billy Crystal para convertirse en la primera mujer presentadora del Oscar. «Estoy encantada de tener una cita con el Oscar», dice Whoopi. «Pasar en mi corta vida de espectadora a ganadora y ahora presentadora es mi mayor logro».

Whoopi, que fue objeto de burlas por el traje que llevó a los Oscar el año pasado, ha optado por lo seguro encargando su vestuario a Giorgio Armani. Sus monólogos, sin embargo, no van a ir por el lado conservador. El guionista Hal Kanter, que lleva 25 años escribiendo líneas ingeniosas para los presentadores, promete ser mucho más atrevido en esta ocasión.

«El año pasado se armó un escándalo por los comentarios políticos que hicieron algunos invitados», dice Whoopi. «La Academia no sabe en qué lío se ha metido contratándome como maestra de ceremonias».

Junto a Whoopi, la lista de presentadores es la más variopinta en la reciente memoria. Harrison Ford entregará la estatuilla a la mejor película; Clint Eastwood al director; Emma Thompson al actor; Al Pacino a la actriz; Jeremy Irons al mejor guión; Gene Hakman a la actriz secundaria; Marisa Tomei al actor secundario y Geena Davis al montaje más destacado.

Tom Hannks será el encargado de dar el Oscar a la mejor dirección artística; Anthony Hopkins a la mejor película extranjera; Goldie Hawn a la banda sonora original; Sharon Stone al vestuario y Andie Mac Dowell al sonido. El jovencísimo actor Macaulay Culkin entregará la estatuilla por los más explosivos efectos visuales y Tom Cruise será el encargado de entregar a Paul Newman el premio Jean Hersholt por su labor humanitaria. Antonio Banderas presentará la canción de Philadelphia, interpretada por Bruce Springsteen y la actriz Glenn Close le hará entrega de su Oscar honorario a Deborah Kerr, «por ser una actriz de modales impecables con una carrera profesional rebosante de elegancia, disciplina y perfección».

Kerr, que no ha recibido el Oscar pese a contar con seis nominaciones, declaró desde su residencia marbellí estar en estado de shock por la noticia. «Hace diez años que no piso Los Angeles», dijo. «Voy a tener que ponerme a dieta para que me entre el traje que quiero».

En el apartado musical, Bruce Springsteen hará su debut en los Oscar cantando Streets of Philadelphia. Janet Jackson, Neil Young y Dolly Parton han confirmado su presencia para cantar en directo sus canciones nominadas. El premio a la mejor banda sonora estará acompañado por el Ballet Nacional de ocho países, uno de los cuales, Cuba, puede brillar por su ausencia ya que, hasta ahora, no han podido conseguir los visados para abandonar el país.

Basta llamar a la Academia para hacerse una idea de qué película va a copar los Oscar. La música de espera telefónica en su centralita es la banda sonora de La lista de Schindler, que parte a la cabeza con doce nominaciones.

El consenso general es que la película de Steven Spielberg puede igualar el récord histórico marcado por Ben Hur (11 Oscars) y convertirse en la primera ganadora en blanco y negro desde El apartamento (1960). Los expertos, sin embargo, son más reservados recordando que Schindler es la única candidata de la que los 4.755 miembros de la Academia no han recibido el videocassette, lo cual puede restarle cientos de votos. Otros traen a la memoria la noche negra en la que El color púrpura de Spielberg fue ignorada en las once categorías en las que fue nominada.

El piano, por su parte, está desplegando una campaña mastodóntica con anuncios de siete páginas resaltando que siete de sus ocho nominados son mujeres. Este exceso promocional, con un costo de cien millones de pesetas, es justificado según el presidente de su distribuidora, Miramax: «En 1981 sólo se hablaba de Rojos y En el estanque dorado, pero la ganadora fue una producción independiente de bajo presupuesto, Carros de fuego. No me extrañaría que este año pasara lo mismo con El piano».

En el apartado de mejor actor, hasta Anthony Hopkins, nominado por Lo que queda del día, declara públicamente haber votado por Tom Hanks, candidato por su trabajo en Philadelphia. Alabado por sus compañeros, crítica y público, Hanks tiene todos los elementos que aseguran un Oscar: actor cómico en papel serio; muestra su versatilidad en Algo para recordar e interpreta un enfermo terminal en la primera película que Hollywood realiza sobre el sida. «Por si esto fuera poco», añade el realizador Paul Bartel, «Hanks salió ileso de las cenizas de La hoguera de la vanidades. Sólo por eso deberían darle el Oscar».

Algo semejante sucede en el premio a la mejor actriz, que ya tiene sitio asegurado en la chimenea de Holly Hunter por El piano. Ganadora de todos los premios habidos y por haber, Hunter sabe que el silencio es oro, con antecedentes como Marlee Matlin, Patty Duke, Jane Wyman y John Mills, que ganaron el Oscar con personajes que, como el suyo, no pronuncian una palabra.

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