En el lujo no hay democracia

¿Una frase para invitarnos a ver una muestra tan brillante?

Estas 420 piezas proporcionan una una imagen perfecta de los estilos, la creatividad y el savoir faire de Cartier.

Estar al frente de una empresa tan especial, ¿es una responsabilidad mayor que otras de su pasado?

Sí, porque más de 7.000 personas en el mundo trabajan para Cartier que, además, es uno de los grandes pilares del grupo de lujo Richemont.

¿Y el peso histórico ?

No se puede olvidar. Ésta es una casa con una herencia que preservar. Y cada presidente ha aportado algo distinto. Cuando trabajas con pasión y entusiasmo en algo, no debes conformarte sólo con mantener el legado.

En breve dejará la presidencia de la firma, ¿le produce cierto pesar?

Dejaré Cartier a finales de marzo de 2013, pero asumiré otras responsabilidades en el grupo Richemont. Después de 11 años muy intensos, me parece importante dejar la dirección en manos de otra persona [Stanislas de Quercize] y aceptar nuevos desafíos.

¿De qué tipo?

Pronto se sabrá... (sonríe)

En esta 'pareja', ¿qué ha aportado usted y qué le ha dado Cartier?

Yo he intentado volcar toda mi creatividad y mi rigor, y potenciar el espíritu pionero. A cambio, la Maison me ha dado mucha felicidad.

Desde la época en la que trabajó para la compañía de gran consumo Procter & Gamble, ¿ha cambiado mucho su forma de dirigir?

No, en lo esencial mi visión sigue siendo la misma. Me muevo por los mismos valores de antaño. Pero ahora aprecio más y mejor la elegancia, la exclusividad, el gusto por el detalle y el cuidado del cliente.

¿Cuáles son esos valores que han permanecido intactos?

La generosidad, la audacia y el hecho de atreverse a innovar. Esto sólo es posible si tienes a tu lado un equipo muy motivado e implicado.

La geografía del lujo, ¿ha cambiado para siempre?

Se ha movido muchísimo hacia zonas que no tenían tanta importancia hace 15 ó 20 años, como China, India, Brasil, Oriente Medio o Rusia.

¿Lo exclusivo ha cedido glamour para ganar valor comercial?

Eso depende del concepto de lujo al que nos refiramos. El de Cartier mantiene su esencia. Ése es nuestro valor. Para mí, el lujo es creatividad, savoir faire y refinamiento.

La frase 'democratización del lujo', ¿qué le sugiere?

Inspirarse y copiar para vender algo barato. La diferencia cuando haces algo bello y único es evidente.

Usted es un firme defensor del concepto de resiliencia.

Considero vital la capacidad de adaptarse a circunstancias adversas y cambiantes. Por eso, he llevado esta firma a culturas que no tienen nada que ver con Europa. Ha sido un reto hacerlo y no perder el espíritu Cartier.

¿La discreción es la mayor virtud en el mundo del lujo?

Más que la discreción, la confidencialidad. Hay que respetar al cliente.

De su paso por la Marina, ¿sacó alguna lección para la empresa?

Dos cosas esenciales: confío en la disciplina y en el amor por el detalle.

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