Carmine un mafioso arrepentido

La historia de Carmine es la de la mafia en sí misma. Como la organización criminal más arraigada en el acervo popular, Schiavone ascendió progresivamente desde los comienzos humildes hasta el arrepentimiento, pisando entre medias los terrenos de la extorsión, el secuestro y el homicidio. 

Una descarada huida hacia delante con el único objetivo de evitar la cárcel o sobrevivir.

Hijo de un agricultor y una ama de casa, vivió una juventud a medio camino entre la pillería y la delincuencia, siendo detenido por primera vez en el 64 por, según él, "cosas de niños un poco exuberantes". 

No es hasta el 81 cuando se une a la Camorra napolitana, dirigida por su primo Francesco Schiavone, más conocido como Sandokan. En esos años, pisa la cárcel varias veces y su ideología, versátil, se adapta a los nuevos tiempos: bascula del más reaccionario fascismo a la recién nacida democracia cristiana. 

Con Mario Iovine, compañero de fatigas en la cárcel, controlará el tráfico de drogas distribuyendo la mercancía por toda Italia dentro de Nuova Famiglia, un grupo creado para eliminar a la mafia rival que acabó diversificando su labor.

Absorbido por la vorágine malhechora, observó la decadencia de la mafia, la pérdida de honor en los hombres más cercanos a los que, de manera espontánea, ya consideraba bestias. Aquello, junto con una petición de condena de 18 años, le hizo reflexionar: años más tarde se entregaría a la Justicia para redimirse. 

Convertido en pentito, desató el caso Spartacus, uno de los mayores procesos contra la mafia por el que estuvo en el programa de protección de testigos desde 1993 hasta 2010. Sus declaraciones, conocidas hace apenas dos años cuando se levantó el secreto sobre las grabaciones, describen una estructura mafiosa coordinada, entre otros, por él, dedicada al enterramiento de residuos tóxicos procedentes del norte de Italia y Europa bajo el suelo de la Campania.

El escándalo Terra dei fuochi, como se le conoció, era un fructífero negocio para todos: la mafia ganaba dinero a expuertas (entre 500 y 700 millones de liras al mes) por dedicarse a esconder los desperdicios emponzoñando acuíferos, terrenos fértiles y amenazando la salud de las poblaciones cercanas; quienes pagaban a la Camorra para ello se ahorraban los costes del vertido legal y los vecinos preferían vender los terrenos donde se excavaba –la hectárea llegó a valer 10 millones de liras– antes que denunciar esas acciones. 

Con todas las toneladas enterradas llegaron a disponer de todo el dinero del Estado italiano para un año. Entre sus declaraciones, destaca cómo Schiavone identifica mafia y Estado señalando que "si las instituciones no quisieran que la Camorra existiese, no habría podido existir". 

El largo proceso terminó con la condena a cadena perpetua para varios capos, entre ellos, Sandokan.

Casado y con siete hijos, vivió sus últimos años alejado de parte de su familia, quien lo consideraba un traidor, declarando en los distintos juicios abiertos y en la tranquilidad de su casa en Viterbo, donde los años de los negocios turbios, yates y orgías quedaron atrás. Aquejado desde joven de problemas cardíacos, murió de un infarto.

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