Chabeli Iglesias es pura contradicción
Terminado mi año sabático, que he dedicado casi íntegro a cuidarme el cutis, me presenté a mediados de julio en una Empresa de Empleo Temporal y me apunté para lo que saliera.
-Ahora, lo que más sale es para la hostelería, sobre todo en la costa -me dijo la señorita con pinta de negrera que me atendió.
Yo le dije que la costa es ideal y que, de hecho, había tenido un sueño en el que me veía en una isla, en una mansión de medio pelo (y que me perdonase la contradicción, pero los sueños son menos coherentes que Chabeli Iglesias) aunque con mucho empaque, en un Club Náutico llenito de pamelas, en un yate también abarrotado de pamelas, y con un novio guardaespaldas. La negra me dijo:
-Bonita, si tienes esas pretensiones, mejor le dices a Jesús Gil que te busque un apaño con alguno de la mafia.
Pero, a los 10 días, tuvo que tragarse su impertinencia. Me llamó excitadísima. Me comunicó que había una oferta top secret. Me preguntó si soy políglota, y yo le dije que políglota vocacional. Me indicó que debía volar a Palma sin demora alguna, pero le hice ver que la demora no dependería de mí, sino de Barajas. Seguí a rajatabla sus instrucciones, y en el aeropuerto de Palma me esperaba un coche regio con regio chófer que me condujo, veloz, a Marivent, residencia veraniega de Sus Majestades y familia. Un señor con bigotes, que al principio confundí con Miguel de la Quadra Salcedo, me recibió en un discreto despacho y me dijo:
-Soy Fernando Almansa, jefe de la Casa de Su Majestad. Lo que necesitamos con urgencia es una nurse para el pequeño Felipe Juan Froilán de Todos los Santos, que ya empieza a decir sus primeras palabras. ¿Tiene usted aptitudes para nurse?
-Ay, mi don Fernando -le dije yo, muy emocionada-, qué ilusión... Yo soy una nurse nata.
Dado que el sueldo tampoco es como para tirar cohetes (sueldo de empresa de empleo temporal, imagínense), fui contratada al instante. Y me incorporé a mi nuevo trabajo ayer. Esta vez fui conducida sin retrasos al cuartito de juegos de mi don Froilán. Mi don Froilán estaba haciendo zapping y, cuando yo entré, en el televisor salía Bambi. Yo dije:
-¡Bambi!, qué bonito... -pero mi don Froilán zapeó sin contemplaciones y dijo, con mucho carácter:
-Bambi, no, ¡Potemkin!
Lo entendí perfectamente, y aún me dura el shock. Porque, ¿de dónde saco yo una copia de El acorazado Potemkin para darle gusto a mi don Froilán? Y, sobre todo, ¿cómo les digo a Sus Majestades que me parece que el nieto les ha salido bolchevique?
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