La idea del suicidio

Erase un Pavese adolescente, atormentado ya por la idea fatal del suicidio. Un Pavese a la busca de sí mismo, lector apasionado de Walter Whitman y Gabriele D'Annunzio. Un Pavese que soñaba con ser poeta y se ejercitaba, entre verso y verso, como incipiente narrador. A la edad de 17 años, Cesare Pavese comenzó a escribir una novela que nunca llegó a terminar, una especie de relatorío que arrastraría a su paso todos sus manuscritos imberbes. Nos dejó tan sólo el título, Luchas de jóvenes, y varias decenas de folios sin punto final. Ahora, cuarenta y tres años después de su muerte, el viejo proyecto se hace realidad. Luchas de jóvenes y otros relatos: 1925-1930 (a punto de publicarse en Italia por la editorial Einaudi) recoge catorce textos inéditos, escritos por el poetanarrador antes de cumplir los 23 años. «Hay decenas de manuscritos de la etapa juvenil de Pavese que no han visto todavía la luz», afirma María Rosa Masoero, profesora de la Facultad de Ciencias Literarias de la Universidad de Turín, principal responsable de la publicación del libro. «En cualquier caso, hemos querido respetar al máximo a Pavese y publicamos tan sólo los relatos a los que él mismo había dado una forma más o menos definitiva».

Los originales reposaban desde hacía años en el Centro de Estudios de Literatura Italiana Guido Gozzano, en Turín. La hermana de Pavese, María, y después sus sobrinas, Cesarina y María Luisa, conservaron con celo los escritos juveniles del luego consagrado autor de El oficio de vivir y Trabajar cansa. Lorenzo Mondo, uno de los máximos especialistas en la vida y obra de Pavese, los conoció antes que nadie, hace ya treinta años. «Ahora que los releo todos juntos», dice, «siento renacer la antigua llama y acabo por apreciarlos incluso más que entonces». Nos encontramos, advierte Mondo, ante un Pavese oprimido por el tedio, que desconfía aún de su propio futuro como poeta y no acaba de caer rendido ante el discreto encanto de la que fue y sería su ciudad: Turín.


Se trata de textos muy urbanos y descaradamente autobiográficos: el propio Pavese disfrazándose de mecánico, de oficinista, de pintor, de poeta... Como telón de fondo ya, la seductora Norteamérica, la carnalidad humillada, los primeros amores frustrados, los prodigios de la tecnología, el infierno de las fábricas. El primer Pavese sorprende tanto por sus hallazgos estilísticos (ese Diálogo sobre la amistad perdida escrito a tres voces: italiano, inglés y dialecto piamontés), como por su clarividencia y lucidez. Esto es lo que escribe cuando acaba de alcanzar la mayoría de edad: «Mi existencia se parece un poco a la del gran siglo en que estamos: los entusiasmos de la revolución y, después, el «spleen de la decadencia». Catorce textos, pues, encabezados por la novela inconclusa Luchas de jóvenes, seguidos por una fascinante Trilogía de los coches (El mecánico malvado, El aventurero fallido y El piloto enfermo) que nos descubre a un Pavese tan irreverente como visionario. En El mecánico malvado nos sentimos sin querer en la piel de un poeta frustrado que da rienda suelta a su instinto, lanzándose a tumba abierta por carreteras solitarias («...sentía el mismo atontamiento febril de la masturbación»). Borracho de viento y velocidad, el mecánico llega a identificar el asiento del conductor con la cama de matrimonio: «Y continuaba probando motores maquinalmente. No vivía más que para los motores y para el cuerpo de su mujer...».

Al final, sintiendo la «divina caricia de las carreteras magnéticas», el poetamecánico (o el mecánicopoeta, tanto da) decide poner fin a su «atroz excitación» pisando a fondo el acelerador y lanzándose a toda pastilla por un precipicio. «No es un Pavese muy edificante el que se esconde tras estos relatos», reconoce María Rosa Masoero. «La idea del suicidio es casi una constante desde sus primeros escritos». María Rosa figura en las tapas del «nuevo» libro de Pavese como recopiladora de los textos, aunque su labor va mucho más allá. Ella es también la autora de los numerosos apuntes biográficos y de un apéndice final donde tienen cabida algunos textos incompletos del autor. «Hemos encontrado también mucho material incompleto, notas desordenadas y algunos pensamientos del autor, que hemos querido incluir en el apéndice final», señala María Rosa Masoero. «En todos ellos se va esbozando ya la personalidad de Pavese, ese pulso constante entre la alegría y el dolor de la vida que marcará después toda su trayectoria. También hemos sabido, de primera mano, su intención de reunir todos los escritos juveniles en un libro, aunque al final dejara de lado la idea». «Todavía hay más, mucho más de lá etapa juvenil de Pavese», afirma la profesora de la Universidad de Turín. «Hemos logrado reunir otras cien poesías inéditas que esperamos poder publicar en unos meses». Faltan aún siete años para la celebración del primer cincuentenario del suicidio de Pavese, el 27 de agosto del año 2000 -fecha en torno a la cual seguirán saliendo más textos del autor y trabajos en torno a su obra- y da la impresión de que el inmortal poeta de San Stefano Belbo no ha hecho más que nacer.

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