El divertido trabajo de la policía

Se podría decir que estos hombres tienen el trabajo más divertido de la Policía. O uno de ellos. También se podría decir que su tarea consiste en encontrarlo todo. Y no fallan. Al fin y al cabo, no dejan ni un milímetro sin escudriñar, y su labor es igual de exitosa tanto si hallan algo como si no. Los agentes del Grupo operativo de Intervenciones Técnicas (GOIT) están siempre que hay algo que buscar. 

Este grupo policial, compuesto por algo menos de 30 agentes, entre los que hay especialistas de todo tipo, desde capitanes de navío hasta ingenieros, pertenece al departamento de Automoción de la Policía Nacional. En sus orígenes, se dedicaban a arreglar coches policiales y también a tunearlos, convirtiendo un todoterreno, por ejemplo, en un vehículo con una caseta para transportar perros. 
Al principio, muchos pensaban que los del GOIT eran los mecánicos de la Policía, y poco más. Pero no. «Algunas veces empezaron a llamarnos para desmontar coches en los que había que buscar caletas con droga. Muchas veces, los investigadores no tienen los conocimientos suficientes para desmantelar un vehículo y encontrar los escondites, y así empezamos a colaborar con otros grupos, como los de Policía Judicial», rememora el comisario jefe del área al que pertenece este grupo. Y de los primeros éxitos al encontrar caletas, pasaron a buscar droga en barcos, zulos de terroristas o narcotraficantes. También reventaron cajas fuertes en registros de viviendas y hasta buscaron cadáveres descuartizados o emparedados. 

Por eso la especialización es clave en este grupo, como comenta el inspector que dirige la sección del GOIT, aunque todos son expertos en mecánica. Uno de sus agentes es capitán de navío, y se ocupa a menudo de registrar veleros y embarcaciones intervenidas. «Lo miramos todo, pero hay que saber. Por ejemplo, muchos narcos pintan la línea de flotación a diferente altura de la que debería estar, para que al mirar no se note que el barco debería estar menos hundido en el agua», explica. Y anécdotas hay de todos los tipos. «Una vez estuvimos mirando un barco durante horas, sin hallar nada. Los de Judicial decían que tenía que haber droga, que estaban seguros, pero nada. Cuando nos íbamos, un golpe de viento movió la vela, y fue raro. La droga estaba repartida entre sus telas». Otro agente ha aprendido a reventar cualquier caja fuerte que le pongan por delante: «Al principio no sabía, pero un día abrí una, y luego otra... Ahora abro cualquiera, pero intentando no estropear lo que hay dentro, porque se podrían destruir pruebas», explica. 

Otro policía es ingeniero, y especialista en zulos. Fue el que encontró el año pasado los 25 millones que escondía la banda de Los Miami en un chalé de Madrid. «Estaba en un sitio muy, muy difícil, entre dos habitaciones. Al descubrirlo, metimos la microcámara por un agujero para ver si había algo. Allí estaba el dinero, empaquetado y plastificado. Tuvimos que abrir el zulo con un martillo percutor. Por dentro, tenía las paredes y el fondo aislados para que la humedad no estropeara el dinero», recuerda. 

Siempre trabajan a petición de otros grupos, generalmente de Policía Judicial, que les mandan la información sobre lo que deben buscar. El día que EM2 visitó su sede, tenían que comprobar si un coche requisado la semana pasada en Majadahonda tenía caletas para ocultar droga. En apenas media hora las encontraron, ocultas tras los paneles de la parte de atrás. Pero el inspector recalca que el éxito es siempre el mismo: «Nos da igual si hay droga, caletas, dinero, o si no hay nada. Nosotros trabajamos igual, lo comprobamos todo. Y si no hay nada, también con eso ayudamos en la investigación, porque significa que a lo mejor tienen que cambiar su rumbo». Sea como sea, no hay escondrijo lo suficientemente complicado para ellos.

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