A veces la crisis nos sorprende
Partimos de un principio negativo. Las próximas temporadas, no podemos obviarlo, tendremos una Liga española de un nivel inferior, con menos extranjeros de nivel y menos jugadores españoles experimentados, consagrados. En los últimos 25 años, el balonmano español no había parado de crecer gracias a un gran esfuerzo realizado por los clubes. Hace décadas llegaron los mejores jugadores del mundo a nuestras tierras y, con ellos, llegó una mejora de las estructuras de las entidades, logramos más títulos, y el jugador español de balonmano aprendió, creció.
Ahora estamos ante un nuevo panorama. En principio, como decía, adverso. Los internacionales que se han ido a las ligas de Francia o Alemania deberán aclimatar su juego a la de esos países. En España siempre hemos optado por una concepción del juego en velocidad, con talento, habilidad. Fuera, prefieren la potencia, la fuerza y quizá en esa transición que todos se verán obligados a hacer perdamos en cierto estilo.
Pero, a la larga, con todo, pienso en positivo. Vuelve a ser el momento de la cantera, de los chavales. En España continuamos teniendo un potencial de jugadores enorme, sólo hay que ver a nuestra selección júnior. Yo confío. Confío en ellos, en su crecimiento, en que en breve estarán al nivel de los jugadores que marcharon y serán protagonistas en nuestra absoluta. Confío en las escuelas, en los entrenadores de este país que son más que capaces de formar a nuevas estrellas. Y confío en los clubes. Confío en que las decisiones tomadas, la disminución de los presupuestos, sobre todo, de los salarios, va a ayudar a las entidades a controlar la deuda, a sanearse y a volver a crecer en el futuro.
Al fin y al cabo, si miramos a nuestro alrededor, vemos cómo el balonmano nórdico, cuyas ligas nunca han sido profesionales, se ha beneficiado de la emigración de sus jugadores mientras la Bundesliga, quizá la Liga más potente, siempre fichando a grandes estrellas internacionales, ha debilitado a su selección.
La nueva situación, no deseada, pero real, nos deja pues un interrogante. Podemos mirar el lugar dejado por los internacionales que ya no jugarán en la Asobal como un vacío enorme o lo podemos mirar como un hueco para que los jóvenes que progresen, para que tengan oportunidades y puedan alcanzar el más alto nivel. Prefiero observar la segunda opción.
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