Kylie como siempre encantadora

Kylie es como ese/a dependiente tan encantador al que da gusto entregar el dinero tan duramente ganado, con independencia de que te venda algo que te venga bien o no, porque te dice con una enorme sonrisa lo divina que eres y lo bien qué te queda todo, y se despide de ti con dos besos que te alegran el día. 

Paró su concierto en el Barclaycard Center (el antiguo Palacio de los Deportes) para firmar autógrafos, tiró besos e hizo sentirse especial al público.

Ante 6.000 personas, según la organización, Kylie apareció desnucada sobre un sofá de labios rojos (como el homenaje de Dalí a Mae West), con un vestidito-corsé rojo y redecilla en el pelo cantando Les Sex en un escenario de andamiaje y el clásico equipo de bailarines: de coristas ellas y ellos de boys con chistera y zancos igualmente surrealistas.

El espectáculo de esta gira está estructurado en torno a diferentes besos, con la excusa del título del último disco Kiss me once (Bésame una vez). Todo arranca con un primer beso en la citada Les Sex, uno de los mejores temas del irregular y algo decepcionante álbum. 

La clásica fórmula Kylie de pop algo electro, algo chicloso, algo naive y algo romántico de la canción marcó la pauta de lo que vino después, con In my arms y su reconocible producción de Calvin Harris y ese bombazo que es, nunca mejor dicho, Timebomb.

La primera marcó el primer momento singalong, con el sector gay del público coreando fuerte, y la segunda dejó mostrar la parafernalia del diseño de vestuario de Jean Paul Gaultier (Dolce y Gabanna para otros vestidos), muy motivado con la iconografía surrealista de este primer bloque, que terminó con Wow tras una ovación que la popstar australiana recibió como si fuese un vendaval. "Guau. 

Esto es de lo que estamos hablando. A ver chicas, nos vais a soplar del escenario". Mientras, los primeros planos de las pantallas dejaban apreciar un rostro bastante cambiado respecto a la Kylie de la última visita a Madrid, hace cinco años, extrañamente mimetizado ahora con el de Madonna.

 Luego, un segundo bloque disco (el beso secreto) y cambio de vestuario en medio de un interludio con bailarines dadá para Step back in time, ella con un vestido de bola de discoteca y cantando sobre sample del bajo del Good times de Chic (lo del revival disco está genial, pero hay otras canciones) antes de un Spinning around con el modo disco igualmente marcado y la diva luciéndose en un solo de voz al final que terminó con un encantador "Oh my god!" ante la aclamación del público. "Tenemos que volver pronto", dijo después, antes de parar el show para firmar a las primeras filas.

Luego, un beso más infantil, con los bailarines vestidos de dibujos animados y Minogue recuperando su dulzón repertorio noventero, más apoteósico en I should be so lucky y su numerito de la piscina de plumas. 

De ahí, al rockero bloque del chupetón, vestida entre dominatrix y cliente de La Ostra Azul. Una espectacular versión del Need you tonight, de los australianos INXS, abrió el mejor segmento de la noche, completado con la versión del Kids de Robbie Williams, más Sexercize y el momentazo de la noche: Can’t get you out of my head, con todas las allí presentes cantando el "na na na na na na na" del coro a petición de Kylie.

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