El cuidado del cabello
Si champús y mascarillas contienen ingredientes clásicos de
la cosmética facial, los salones de peluquería no se quedan atrás y proponen
protocolos capilares antiaging tan apetecibles como un tratamiento en cabina.
En Maison Eduardo Sánchez (Madrid, tel. 915 77 67 22) apuestan, sobre todo para
mujeres a partir de 50, por una sesión de colágeno (entre 40 € y 60 €) que
restaura el cuerpo y la forma natural de la melena.
Para combinar cuidados con
relax, el ritual Age Recharge de Kérastase (18 €, en New Look. Barcelona, tel.
932 41 44 44) incluye baño, masaje y texturizado con productos de la gama,
específica para cabellos maduros. Por último, en los salones Oh my cut!
(www.ohmycut.com) realizan un peeling dermoabrasivo Nioxin (11 €) que elimina
los residuos más resistentes del cuero cabelludo.
Cuidados desde dentro
Es un clásico. Semanas después del inicio del otoño, muchas
personas incluyen en su dieta un complemento (con vitaminas D y B, zinc y
aminoácidos) para mejorar la salud de su pelo. Pero ¿cómo funcionan?
"La
vía oral permite ir al origen del problema. Si hay caída, se actúa sobre el
bulbo capilar, responsable del anclaje y crecimiento, aportando nutrientes a
los folículos", explica Laura García Urosa, responsable científica de
Innéov. A la hora de elegir, recomienda "no fijarse solo en los
ingredientes, sino también en su bioasimilación, es decir, que sean capaces de
atravesar la pared intestinal para alcanzar el bulbo". Solo así el
resultado se reflejará en el aspecto de la melena.
A vueltas con la caída
Se suele repetir, como un mantra, que lo habitual es que se
caigan unos cien cabellos al día. Sin embargo, no es nada fácil estar pendiente
de ese cálculo... "La caída no es lo preocupante, ya que se va renovando,
el problema es que ese pelo no salga o sea de peor calidad", asegura la
doctora Gloria Garnacho.
En su opinión, una persona debe alarmarse cuando
comience a notar clareo en una zona concreta. Un tercio de las mujeres adultas
sufre este problema, pero, insiste Garnacho, no suele ser una alopecia androgénica
(la que desemboca en calvicie) sino que es un proceso reversible que puede
durar meses.
"Surge a raíz de dietas estrictas, medicamentos, embarazos o
después del parto, estrés, y también con los cambios estacionales". Por
tanto, es más que probable que cualquier persona padezca en algún momento esta
caída.
Pese a todo, lamenta Bruno Bernard, acabar con ella sigue siendo un
reto: "Hace una década pensábamos que solo había un gen asociado a este
proceso y ahora hemos detectado 20, y lo que queda por saber...".
Existen
numerosos tratamientos que, si se aplican con constancia y se combinan con
nutricosméticos, pueden frenarla, pero las investigaciones no cesan. "Los
esfuerzos se encaminan a la producción de células madre que se conviertan en
foliculares y actúen como tal", aventura Garnacho.
Primeros signos
"Falta de brillo y densidad, pérdida de volumen e,
incluso, caída". Estos son, según Coral Dorsch, directora de los
laboratorios Fridda Dorsch, los signos que delatan un pelo envejecido. Este,
del mismo modo que la piel, sufre la pérdida de colágeno y elastina, y a partir
de los 35 años también acusa el paso del tiempo.
"Disminuye la
vascularización en el cuero cabelludo, por lo que el aporte nutritivo es menor,
y, además, se pierden unidades foliculares (grupos de pelo), lo que se traduce
en menos volumen, pigmento y brillo", ilustra la dermatóloga Gloria
Garnacho.
Y, como sucede con nuestro rostro, a la edad hay que sumar el daño
acumulativo de los radicales libres (contaminación y exposición solar), así
como el de planchas y secadores, coloraciones, productos químicos...
Para
paliar estos síntomas, Dorsch recomienda fórmulas que incluyan antioxidantes
como el omega 3, vitamina B o aceites reparadores como el de argán. El colágeno
–que hidrata y engrosa la cutícula– o la coenzima Q10 son otros activos que
saltan de las cremas para el rostro al cuidado del pelo.
¿Y las canas? María
Castán, experta en Comunicación Científica de Wella, precisa: "A los 50 es
normal tener la mitad del pelo blanco". En este caso, el tinte (si es que
se quiere disimular) y una buena hidratación, para evitar el encrespamiento,
típico del cabello canoso, son grandes aliados.
Un nuevo reto
Más del 50% de la población tiene el cabello debilitado. El
principal problema de este dato, según estima la marca de cuidados capilares
Nioxin, es que solo una de cada tres personas lo detecta. Como apunta el doctor
Bruno Bernard, director del centro de Biología Capilar de L’Oréal, "se
percibe subjetivamente, al tocarse la melena o hacerse una coleta, por
ejemplo".
El estrés, la alimentación, la genética y, por supuesto, el paso
del tiempo son los principales desencadenantes de este afinamiento. "Según
cumplimos años, la fase anágena (de crecimiento del pelo) se acorta, mientras la
latente (cuando el folículo no tiene actividad) se alarga", explica
Bernard, que añade:
"Diagnosticarlo y después tratarlo es
fundamental". Dado que la mayor parte de la población femenina experimenta
o bien menos densidad o menos grosor, los laboratorios se esfuerzan en ofrecer
soluciones. Algunos, como L’Oréal Paris o Nioxin, lo hacen expandiendo el
diámetro de la fibra capilar.
El último lanzamiento de L’Oréal Professionnel,
Serioxyl, también rellena cada pelo, pero, sobre todo, persigue que la fase
latente del folículo piloso sea lo más corta posible. "Lo logra al
intervenir directamente sobre los reservorios de células madre del cuero
cabelludo, despertando su actividad", apunta el doctor.
Quienes no sean
constantes con la aplicación de tratamientos –la mayoría requiere un uso diario
durante dos o tres meses masajeando las raíces– encuentran opciones como la que
propone Viviscal. Sus fibras microscópicas de queratina, con carga
electrostática, se adhieren al pelo creando un efecto óptico inmediato de
volumen y densidad en zonas especialmente despobladas.
Comentarios
Publicar un comentario