La Amaxofobia
Hace unos años, una marca de vehículos de alta gama
sorprendió a profesionales del marketing y la publicidad con un spot que, sin mostrar
el coche, caló en la sociedad con una simple pregunta: "¿Te gusta
conducir?".
Con este rompedor concepto creativo, que la compañía explotó
en las sucesivas campañas, la firma logró conjugar en la mente de todos las
ideas de felicidad y conducción.
Desde entonces, conducir se ha convertido en
sinónimo (o casi) de libertad, paz, equilibrio, serenidad y bienestar.
Sin embargo, no lo es para ese 33% de personas que en
nuestro país, de forma circunstancial o paralizante, siente miedo a conducir,
según el último estudio del Instituto Mapfre de Seguridad Vial.
La amaxofobia (del griego amaxo, carruaje, y fobia, miedo),
es el nombre científico de este angustia que puede afectar a cualquier
conductor en algún momento y que se supera sin dificultades con ayuda de un
profesional.
Aunque tendemos a considerar que sólo las personas que
sufren un trauma relacionado con un accidente de tráfico, vivido o presenciado,
son proclives a padecer amaxofobia, lo cierto es que este trastorno
"también puede desarrollarse sin aparente relación con el hecho de
conducir.
Un cúmulo de variables, como una difícil situación laboral o
personal, puede llevar a una situación de estrés en el que se produzca esta
fobia", afirma Estela Pérez Peláez, psicóloga y autora del estudio
Amaxofobia, miedo a conducir.
Incluso, los amantes de la carretera o los
conductores más experimentados pueden convertirse en amaxofóbicos, "un
día, de repente, en el coche y sin causa aparente que lo provoque", añade.
BAJO CONTROL.
Esta alteración, que o se da sólo en
determinadas circunstancias o bien de forma totalmente paralizante (no volver a
coger el coche), puede desarrollarse repentinamente o evolucionar: al principio
no usan el coche si, por ejemplo, llueve; después no lo harán si han de salir a
autopista, y luego la excusa puede ser que no quieren circular de noche.
Por
eso, con el primer atisbo de que se siente miedo a sentarse al volante, hay que
solicitar ayuda a un profesional, ya que es fácil entrar en una dinámica de
negatividad y paralización.
Aunque no hay una lista de rasgos que caractericen a las
personas que padecen amaxofobia, "suelen ser gente muy perfeccionista y
controladora", describe Pérez Peláez, "precisamente porque durante la
conducción intervienen factores, como el clima, el tráfico o el estado de la
carretera, que no pueden controlar", añade.
"Los psicólogos denominan
a conducir 'una tarea compleja' porque requiere mucha concentración",
detalla Miguel Muñoz Medina, presidente del Instituto Mapfre de Seguridad Vial.
No hay una edad media en la que suele aparecer esta fobia,
pero el sexo sí parece ser un dato significativo, ya que el 64% de las personas
que declaran padecer miedo a conducir son mujeres, según se desprende del
estudio del Instituto Mapfre de Seguridad Vial.
EN EXCESO.
Sudoración, taquicardias, falta de oxígeno,
temblores o, incluso, pesadillas el día antes, son algunas de las sensaciones
que padecen los amaxofóbicos al ponerse al volante, es decir, una angustia
desmesurada.
"Tanto el miedo, como el estrés o la angustia son mecanismos
de defensa del ser humano, pero si se dan en su justa medida y en el momento
adecuado. De forma exagerada, se vuelven contra nosotros", señala Estela
Pérez.
Lo más importante es que esta fobia se supera y para ello no
suele ser necesario un gran número de sesiones, aunque resulte indispensable
que la persona reconozca su miedo y quiera curarse. "La amaxofobia no se
supera desde la imposición, sino desde la aceptación", señala Pérez
Peláez.
En el caso de estar mucho tiempo sin manejar el coche, sería
aconsejable que el paciente tomara alguna clase de conducir, "pero no
porque haya cambiado la actitud ante la circulación, sino por haber pérdido la
práctica en el manejo de mandos", explica Muñoz Medina.
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