La música de Cristina Aguilera es para adultos
La disculpa es perfecta. Basta con arrimarse a un niño (preferiblemente de la familia o al menos conocido para evitar problemas) y recibir automáticamente la inmunidad para cantar a voz en grito cualquiera de las canciones con las que uno se desgañitaba en la infancia.
En soledad y sin la disculpa de la compañía infantil, no queda muy bien que un señor abogado, una señora arquitecta, un dependiente talludito o una panadera que roza los 40 años se pongan a cantar con cara de alegría el ¡Hola, don Pepito! o Baila con el hula hop.
En soledad y sin la disculpa de la compañía infantil, no queda muy bien que un señor abogado, una señora arquitecta, un dependiente talludito o una panadera que roza los 40 años se pongan a cantar con cara de alegría el ¡Hola, don Pepito! o Baila con el hula hop.
Pero el triunfo de los discos recopilatorios de los que fueron éxitos infantiles en los años 70 y 80 demuestra que los treinta y cuarentañeros actuales padecen, efectivamente, el Síndrome de Peter Pan y que están encantados de la reedición de los discos de Miliki, Fofó, Parchís o Enrique (sin Ana) para poder comprárselos a sus hijos y/o sobrinos y, por supuesto, escucharlos ellos.
El fenómeno es bastante singular. El éxito sin precedentes del año pasado del disco de Miliki A mis niños de 30 años (que consiguió un Grammy al mejor álbum infantil) o el de Fofó, que llegó a las 98.000 copias, ha hecho que el resto de las discográficas se apresuren a publicar los éxitos (tal y como eran o cantados por otros artistas) de los ídolos infantiles de los años 80. La gran pregunta es: ¿es que no hay grupos infantiles actuales? Y la respuesta es bien sencilla: no.
Los nuevos ídolos de los niños (nos referimos a críos de 4 a 10 años) son artistas que, en teoría, no están dirigidos a ellos sino a adolescentes. Se trata de Spice Girls (y todas sus derivaciones), Backstreet Boys, Aqua o, en menor medida, Ricky Martin o Raúl. Desde el recuerdo de la infancia de alguien que haya superado la treintena parece lógico pensar que un niño prefiere tener como ídolo a otro niño. Pero los tiempos cambian, la muñeca Nancy (esa reproducción en plástico de una niña rubia, castaña, morena o negra, imprescindible para cualquier niña de los años 70 y 80) ha sido totalmente desbancada por la Barbie (que de niña no tiene nada y ha sido un modelo perfecto para las Spice Girls, Britney Spears o Christina Aguilera) y los ídolos musicales actuales siguen esa línea.
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