El dinero es formal

Resultado final del escrutinio de votos: el Banco Central, que preside Alfonso Escámez, ha obtenido unos beneficios, en el tercer trimestre del presente ejercicio, de 50.030 millones de pesetas, casi un 60 por ciento más que en el mismo período del año anterior. Y los otros grandes Bancos, tal cual. Los balances bancarios son más elocuentes que los escrutinios electorales para saber lo que ha salido de unas elecciones. Como dijo durante la campaña Pablo Castellano, todo lo que es permisividad o pasividad, en estos asuntos, es proteccionismo. 

No acierta uno a saber cuál sea la esencia del socialismo, su matafísica proletaria, su Espíritu Santo harapiento, sino una cosa fáctica, o sea la socialización de las cosas, que todas son una y la misma: el dinero. Nadie ha pedido en España la nacionalización de la Banca, que esto fue una transición fina, una revolución con pala de pescado, pero tampoco se explica bien que durante siete años de gestión socialista el capitalismo se haya hecho arborescente en España como no lo fuera ni durante la dictadura autárquica. 

Lo que pasa es que España, siempre fecunda en ideas políticas, de la guerrilla al liberalismo (nuestra perpetua crisis histórica se da por exceso dé imaginación y locuacidad, no por defecto), se ha sacado ahora el socialcapitalismo, que consiste en hacer panes de oro con la harina del pueblo, molida en esos molinos de viento y fantasía qu eson los Bancos (por algo les arremetía Don Quijote).Dediqué la jornada de reflexión a viajar por la Alcarria, y vi en el cielo a los hombres/pájaro, esos que ahora llevan una especie de colchón por paracaídas, inmóviles entre el aire y la tierra, o dulcemente movidos por un blando topetazo de nube. «Seguro que se han subido ahí para reflexionar mejor», pensé. 

«Estos son los únicos que se han tomado en serio la jornada de reflexión». Desde su lírica altura supongo que verían muy bien el paisaje de varias autonomías, pero no se si desde allá arriba se alcanza a distinguir los delicados y formidables dígitos de un balance bancario. Me temo que no. O sea que, mejor que una reflexión previa y de altura, conviene una reflexión posterior y a pie de página del Libro Mayor. La realidad de España está hoy más en la economía que en la geografía. Pienso que muchos españoles y muchos políticos han sido hombres/pájaro en estas elecciones, han mirado, cantado o contado España desde arriba, sin descender jamás a la minucia de los billones con be que colecciona la gran Banca. Dice Cela (estos días es obligado citarle) que los ricos son «coleccionistas de dinero». 

Y así nos ha salido de las urnas un pan como unas hostias. En una noche electoral de protocolo sangriento y bayoneta calada, Miguel Herrero de Millón le dijo al ministro Almunia unas cuantas verdades económicas, con papela en la mano, y Almunia, con media sonrisa de Batman recien duchado: - Tú eres de letras; no sabes de eso. ¿Y quién le va a hacer ahora la cuenta de la vieja a la gran Banca, quién le va a meter mano a la alegoría gorda y voraz del dinero, con qué respaldo electoral y popular? ¿El pedagógico y soñador Anguita, el atleta verbal que es Suárez, el púber y conservador Aznar, el multinacional y cansado Felipe? 

Todos en estas elecciones hemos sido hombres/pájaro, los peatonales del cielo por imaginativos y palabrones, los políticos por interesados y frívolos. Todos, menos los profesionales del dinero, que, en el margen con filo dorado de la Historia, siguen echando sus redes en la piscifactoría de la sociedad y al atardecer las sacan reventonas de peces de plata, monedas y números de oro. Todos los políticos son hombres/pájaro en el azul católico de España. Ninguno se atreve a posarse, como el ángel de La Unión y el Fénix, sobre la cúpula del dinero, y menos a entrar como ángel exterminador en el paraíso de los ordenadores y la Sodomagomorra de las opas. Ha habido una movida de votos, pero el dinero sigue firme.

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