Paloma Chamorro paga con cocaína

Cada semana, las revistas desparramadas por el suelo, abiertas como caen, son como espejos sucios o brillantes de ese laberinto de feria por donde vaga el personal; la realidad inventada o coloreada es el escenario de cartónpiedra o de diseño, en donde, apoyados en las esquinas, aguardan sus protagonistas. Llámense, por ejemplo, T.R.P., El Masa (también conocido en la Benemérita como El Tito), Viceng Mosella o Rocío.

Nada tienen en común todos ellos, en principio. Sus vidas difícilmente se entremezclarán. Uno es un asiduo cliente de Joy Eslava, «garganta profunda» (o «nariz», si se prefiere, dado el polvo en el que nos movemos) de los reporteros de Tribuna, que esta semana han bajado a todos los retretes de moda, a todos los chiringuitos de la coca jet. Es T.R.P. y distingue, a la distancia, son muchas noches de oficio, al proveedor. «La droga sólo se vende a personas conocidas, si alguien quiere un gramo debe contactar con un habitual como yo», susurra. Otro lleva galones de alta graduación. Sabe ser agradecido y protege por tanto al ciudadano.

Luis Morcillo, granadino, 49 años, que se dedica a los negocios, como un hombre tranquilo, en Orense. Aquel es El Masa, o El Tito, y según Morcillo -los reporteros de Cambio 16, gran exclusiva esta semana, le han «seguido» hasta Orense- le encargó que atentara, en su día, contra HB. La revista asegura, en portada, con foto incluida, que ha localizado en Galicia al asesino de Santi Brouard.

Esta y Tiempo se adentran por las tramas negras tras lo del hotel Alcalá. Pertenece a la España profunda, real y asilvestrada. Cuando se mata por nada, hay quien mata, todavía, por un pedazo de tierra. La historia de un payés, que vivió más de un año refugiado en el claro del bosque y que ha matado a tres personas precisamente por pensar que aquel trozo de naturaleza era suya, está contada en Tribuna y en Set dies d'actualitat, nuevo semanario en catalán que dirige Xavier Domingo, refugiado también en el claro de su bosque catalán, tras muchos años de reportear y comer/beber en Madrid. Vicenç Mosella, 60 años, hábil con la escopeta, parece escapado de un libro de crímenes rurales de Víctor Catalá. Como ya no se escriben relatos así, aquéllos tienen que refugiarse, compartiendo espacio con las palizas de la cocajet, en las ilustradas. Pero no acaba aquí el bestiario semanal, que la fauna del carrete semanal, de la frase sentida, es amplia y agrupada por especies.

Están los toreros. Los toreros, esos temporeros de la oreja cortada y el saludo montera en mano, en invierno descansan, se divierten, se casan y hasta aprenden inglés. Inglés aprendió, por ejemplo, y en Londres, con la amigable presencia de Carmen Posadas; el torero Roberto Domínguez, según el «está en su vida», la de la Posadas, de Tribuna, que le recuenta amores. Paco Ojeda se ha casado en todos los colorines. Chamaco Jr. un chaval, coincidió, en Semana, con Rocío Jurado, que salió de noche, el día de los abogados, a que le diera el aire («La procesión va por dentro»). Marujita Díaz se casa con el joven matador Alvaro Amores, tras haber conocido, para Diez Minutos, a toda la familia ajena, suegra y abuela incluidas. Están los banqueros. Siempre por aquí y por allá.

En Epoca, Mario Conde cambia de pareja: ya no es Juan Abelló su socio sino Jacques Hachuel, para pasmo y horror de Solchaga, que salió, uno de estos días, a cenar, en plan parejas viernes/noche, con Boyer, atareado, en Hola y en otras, en pasear a cuñadas y madre política filipinas. En Lecturas sigue la accidentada saga de las correrías -se entiende, para que no le hicieran fotos- de Alberto Cortina. Jesús Cacho, en Tribuna, asegura que Pedro de Toledo y Sánchez de Asiaín se han ido a vivir juntos, a la planta 24 de la Torre de Bilbao en Azca.

Luego están los matrimonios socialistas, que cobran del Estado, y cuya filiación aparece en Tiempo; las amistades de Rosa Conde en Epoca; y está Ricardo de la Cierva que pone en su sitio, o sea boca abajo, al asesinado Ellacuría en Epoca también; y está María Vidaurreta, sola y feliz en Hola, con los niños para ella sola, para gobernarlos a su aire (ni que el padre les hubiera impuesto una educación prusiana). Pero olvidemos el encanto de la osadía, que T.R.P., el «nariz profunda» de Tribuna, se ha perdido ya en una raya del retrete de Archy.

Desde hace semanas expone su desintoxicación, sus desamores, su soledad, aquella presentadora de televisión, Sonia Martínez, que va dejando su vida pasada en las revistas, esta vez en Semana. En Cambio 16 la mafia de la droga amenaza a los valientes de la periferia, a las Madres de la Droga, al cura de Entrevías, por allí no hay coca jet, sino miseria e impotencia. El encanto de la osadía es, simplemente, un perfume perturbador, de nombre «Cocaína», que nos tienta en las página de publicidad de estas revistas, en esa realidad inventada, título, por cierto, del programa de Paloma Chamorro quien declara en Cambio 16, ella sabrá por qué: «He llegado a pagar a algún personaje un gramo de coca». Y yo que creía que en televisión, por acudir, te regalaban una pluma o un reloj.

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