Cuando Chávez iniciaba su jornada

Son las seis y media de la mañana y ya comienza a percibirse la canícula que los madrileños tendremos que soportar. Dos horas más tarde, después de una dura sesión de «footing», ejercicios gimnásticos y una reparadora ducha, se apresta a realizar el trabajo más agradable. Tomará un nutritivo desayuno, a base de cereales, miel, huevos, bacon y zumos de frutas. Después, se acostará para dormir con fruición hasta la una de la tarde. «Después de almorzar, mi equipo de preparadores, compuesto por siete personas, entre entrenadores y sparrings, y yo, nos desplazaremos hasta el gimnasio Metropolitano, donde entrenaré durante dos horas en sesiones de guantes, saco, pera, cuello y abdominales», comenta.

A Julio César le acompañan en este viaje 13 personas, de las cuales siete se dedican a prepararle y cuidarle. El resto son unos simpáticos mexicanos residentes en Los Ángeles que acompañan al matador en todas sus peleas. Sobre Razor Akwei Addo, campeón de Africa, a quien se enfrenta esta noche, afirma que Búfalo Bill -uno de sus entrenadores y el artífice de la unión entre Benito Escriche y Doma para que combata en Madrid- le ha dicho «que es duro, que nunca ha perdido por K.O. y que me ande con cuidado».

Akwei Addo ya peleó en el Palacio de Deportes de Madrid hace un año, batiendo por K.O. al mexicano Velasco y causando una buena impresión. Pertenece a una familia prolífica. Sus padres, Rodolfo e Isabel, que viven en Culiacan, han tenido diez hijos, tres mujeres y siete varones, de éstos, cuatro boxeadores. Rodolfo Chávez, su padre, trabaja como maquinista del ferrocarril y con un modesto salario consiguió sacar adelante a tan numerosa familia. «Cuando era chamaco no pensaba en el boxeo, quería ser futbolista» -comenta-. «

Y eso que dos de mis hermanos ya practicaban el boxeo». El matador lleva cinco años felizmente casado con Alba Amalia Carrasco, quien le ha dado dos preciosos niños; Julio César de 4 años y Ornar Alonso de 6 meses. Julio César Chávez es una estrella resplandeciente, un hombre de condición humilde convertido en héroe gracias al boxeo. Sus sienes jalonan tres coronas mundiales: súperpluma, ligero y súperligero. Ahora busca ser tetracarnpeón mundial, pero no tiene prisa. A sus pies han quedado púgiles de leyenda: Mario Martínez, Rubén Castillo, Rocky Lockridge, Juan Laporte, Chapo Rosario, José Luis Ramírez, Bazoka Limón... y su último y más difícil adversario, Meldrick Taylor.

Nadie ha conseguido vencerle, ni siquiera igualarle un combate. Su récord es inmaculado: 69 combates, 69 victorias. «Me gustaría obtener la cuarta corona, pero antes tengo que resolver y arreglar definitivamente mi vida». Chávez, que cumplirá 28 años el próximo día 12, y que debutó con 17, sabe que sus próximos enfrentamientos con Héctor Macho Camacho y la esperada revancha con Taylor le reportarán más de diez millones de dólares. Después empezará a pensar en ser campeón mundial welter. En Culiacan, la ciudad que le vio nacer, financia la construcción de un albergue para niños pobres. El dinero ganado hasta ahora -«no demasiado», como dice él- ha sido sabiamente invertido en negocios inmobiliarios y en la adecuación- de un magnífico gimnasio.

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