Símbolos de guerra en el rock

No solo la industria armamentística o los especuladores se benefician de la guerra. El rock, desde prácticamente sus comienzos, viene aprovechándose de las injusticias, desastres y muy especialmente simbología de lo bélico. Dejando a un lado el carácter inspiratorio de guerras como la de Vietnam o el Líbano, que han servido para disimular más de un «bloqueo mental» de autores comprometidos, la guerra, el ejercito y su parafernalia han sido y son elementos esenciales para entender filosofías de grupos musicales y movimientos. Elvis Presley fue uno de los primeros en darse cuenta. 


Nada mejor que la «mili», la pulcritud del uniforme, para dar una imagen decente, adecuada al «american way of life», que suavizara el componente lascivo de sus movimientos de pelvis y le permitiera llegar a absolutamente todo el público. Una actitud, esta del patriótico Elvis, que aunque en su momento resultó más que beneficiosa, sería impensable de haberse dado a partir de mediados de los setenta. Malcom Mc Laren y, por consiguiente, el punk le dieron a lo bélico la vuelta. 

Dejaron a un lado la respetabilidad de los uniformes, para tomar exclusivamente la oscuridad, dureza e implicaciones sadomasoquistas de la ropa militar, especialmente la nazi. Gorras, botas de caña alta, americanas, cuero e incluso cruces gamadas pasaron a formar parte del guardarropa de todo buen punk. Una estética que en movimientos posteriores como el «afterpunk» o lo industrial se convirtió en absolutamente imprescindible.

Pero lo superficial, con el tiempo, ha ido trascendiendo. Grupos como Killing Joke, Joy Division -nombre con el que los nazis llamaban al barracón de las prostitutas que «divertían» a los oficiales, Baron Rojo o B 52's se han bautizado con pegadizos nombres bélicos. 

Otras bandas como, por ejemplo, Gabinete Caligari en sus comienzos han adoptado el tema de la guerra no como simple objeto de ataque sino también como argumento de canciones ¿Cómo perdimos Berlín? y vídeos. O, en el caso de grupos «industriales», no tan lejanos en el tiempo, incluso actualmente vivos la fábula, el mito de la apocalipsis nuclear ha sido toda una razón de vida para locos como Aviador Dro o Devo, desde siempre convencidos de que las máscaras antigás son de lo más favorecedoras.

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