Los Simpsons una radiografía de la sociedad americana

Una de las claves del éxito de Los Simpson es la panorámica que traza la serie sobre las miserias morales de Estados Unidos.Cada capítulo vierte un poco de ácido corrosivo sobre los cimientos de la sociedad estadounidense, como la religión, la familia o el fracaso del sueño americano.

Por este motivo, el espacio televisivo ha sido atacado por grupos ultraconservadores, que incluso han llegado a prohibir sus camisetas en sus colegios. Del otro lado, académicos universitarios y asociaciones homosexuales alaban la valentía de los guionistas de una serie ofrece ahora en la colección Los Simpson clásicos. Mañana se podrá conseguir el primer DVD de la colección por tan sólo 5,95 euros y, de regalo, el segundo.

NUEVA YORK.- Springfield es la definición de cualquier lugar en Estados Unidos. Con al menos una docena de ciudades llamadas así, el aislado suburbio retratado en Los Simpson es una imagen indistinguible en el panorama del país. Un episodio los denomina una «familia del norte de Kentucky», otro sitúa a Springfield en el sur de Missouri, y el creador de la serie, Matt Groening, asegura que se inspiró en su infancia en Portland, en Oregon.

Los Simpson podrían ser, después de todo, cualquier familia estadounidense media. Tanto que la Universidad Tufts de Boston -donde, por cierto, estudió el actor Hank Azaria, que pone la voz a varios personajes en la versión original- los usa para explicar la idiosincrasia nacional en un curso titulado Los Simpson y la sociedad.

«Los Simpson son mucho más que unos dibujos animados. Merece una atención seria por parte de académicos por su esencia intelectual», comentaba Steven Keslowitz, en la presentación de su libro The Simpsons and society: an analysis of our favorite family and its influence in contemporary society, un estudio sobre los efectos de la serie, la que más ha durado en la historia de la televisión estadounidense.

Tal vez sea ver el propio reflejo satirizado lo que atrae y repele al público. Los grupos republicanos y ultraconservadores se quejan por la ridiculización de la autoridad (desde el padre hasta el policía, el pastor o el director del colegio); el mal ejemplo de Bart Simpson para los niños, como un mal estudiante y caótico hijo; y el izquierdismo de la serie, en particular desde la legalización del matrimonio gay hace dos episodios.

Las camisetas de Bart Simpson han sido incluso prohibidas en colegios de algunas zonas del país. La más peligrosa, según varias asociaciones de padres, era una con la frase «Underachiever And proud of it, man!» («Fracasado ¡y estoy orgulloso de ello, tío!»).

En verdad, al supuesto «perdedor» -el mayor insulto posible en la cultura estadounidense- Bart no le ha ido nada mal. El dibujo animado fue en 1998 portada del semanario Time, que lo eligió como una de las figuras más influyentes del siglo XX (el único personaje ficticio de la lista). Bart ha logrado ser primera página de numerosas revistas, incluso religiosas, porque algunos conservadores ven mucha espiritualidad en la serie y existen varios libros sobre los Evangelios en Los Simpson.

En una entrevista cuando aún era primera dama, Barbara Bush dijo que la serie le parecía «lo más tonto» que había visto nunca.La familia de Springfield no se rindió ante las críticas de Barbara y la hizo mudarse a la ciudad con su marido en uno de sus episodios.Los Bush discutían con sus nuevos vecinos y se acababan marchando.

En realidad, la serie se ríe tanto de los nuevos cristianos como de los activistas demócratas, tanto de John Fitzgerald Kennedy como de George Bush senior. Varios políticos republicanos incluso tomaron prestada una cita de Los Simpson para referirse a los franceses por su oposición a la Guerra de Irak. El jardinero Willy los llamaba «monos que se rinden y comen queso», una caracterización popular en 2003.

El imperio de Rupert Murdoch, cuyos periódicos y televisiones apuestan fuertemente por los republicanos, ha dejado la ideología de lado a la hora de emitir Los Simpson. Su canal de noticias 24 horas, Fox News, defiende con ferocidad todas las políticas y la moral de George W. Bush, mientras en su pareja, la cadena Fox, los gays se casan y Homer Simpson ridiculiza a los que han cambiado la bebida por la religión, como el actual presidente de Estados Unidos.

Cuando Homer empezó a oficiar bodas para parejas homosexuales, como fórmula para atraer el turismo a Springfield -elegida en la serie el lugar más indeseable de EEUU-, Fox no quiso hacer ninguna declaración sobre el contenido de sus dibujos animados.El guionista sólo comentó que no trataba de hacer campaña, aunque varios grupos de defensa de los derechos gays consideran el episodio una victoria importante.

«Lo que nos gusta de Los Simpson es que emplean el humor como una herramienta para educar además de entretener. También llegan a millones de personas en el país, y eso no se puede subestimar», comentó la semana pasada Stephen Macias, portavoz de la Alianza contra la Difamación de Gays y Lesbianas. De momento, la foto de la boda gay celebrada por Homer apareció en la portada del The New York Times.

Incluso con una lesbiana en la familia -la hermana de Marge, Patti Bouvier, sale del armario-, la ultra conservadora Fox sigue haciendo la vista gorda y no interviene en los contenidos de la serie, una fuente constante de publicidad muy rentable. Después de todo, Fox le debe a Los Simpson su entrada en la lista de los 20 shows más vistos. La serie acaba de ser elegida como la mejor de dibujos animados de la historia en una encuesta con las 100 mejores y, desde su primer capítulo, emitido el 17 de diciembre de 1989 en Estados Unidos, ha mantenido altos porcentajes en la audiencia nocturna.

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